En pleno siglo 21 con toda la hiperconectividad que se vive en todo el mundo, nos ha facilitado a la humanidad el acceso a la información y a la increíble posibilidad de dar a conocer desde cualquier punto los mundos personales de cada individuo. Es verdad que hoy en día nos quejamos con mucha frecuencia sobre la velocidad de nuestro internet, la saturación de datos y la inmediatez con la que vivimos no nos deja visualizar lo tecnodependientes que somos hoy del internet.

Lamentablemente el impacto de OTIS al estado de Guerrero la semana pasada, desnudó la fragilidad y dependencia ante la falta de medios de comunicación, y durante horas que se convirtieron en días, miles de personas vivieron la angustia de no saber el paradero ni el estado de salud de sus seres queridos por que el puerto de Acapulco simplemente quedó fuera de línea por el impacto del huracán.

Terrible, lenta y torpe fue el actuar de las autoridades federales, quienes demostraron que a pesar de tener experiencias para enfrentar crisis pasadas, al parecer potenciaron la falta de juicio, de conocimiento y de lógica del presidente López Obrador. Muy tristes fueron las escenas de las decenas de miles de personas que perdieron todo, muy desgarradoras son las historias que dos o tres días después fuimos conociendo gracias a la televisión.

Hoy es importante para las ciudades del mundo, tener un plan de acción rápida para el restablecimiento de la energía eléctrica y el internet, esa puede ser la diferencia en muchos casos para sobrevivir en una crisis como esta. OTIS destruyó la infraestructura turística de Acapulco, desnudó a cientos de edificios, hoteles, casas y comercios, pero con esos vientos huracanados dejó en descubierto la ineptitud y torpeza para tomar decisiones en un país como el nuestro.

Apoyemos, a nuestros hermanos de Guerrero; alcemos la voz como sociedad civil, y reflexionemos que queremos en el futuro para nuestro México.

Por Ángel Aguilar C.

Por Editor

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