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Durante años hemos escuchado de nuestros padres, maestros y prácticamente toda la sociedad que estudiar ir a la escuela y universidad eran sinónimo de adquirir conocimientos y herramientas que nos ayudarían a vivir una vida mejor. Hoy sigue siendo el mismo esquema, pero se ha agregado el componente de aprender a sobrevivir ante una pandemia que nos hace vulnerables como sociedad.

Desde hace poco más de año y medio tuvimos que cambiar los hábitos laborales, la dinámica social y la forma de hacernos más conscientes que un enemigo invisible podría afectarnos, y hemos aprendido en este tiempo que las medidas de higiene y distanciamiento, junto con el uso correcto del cubre bocas, reducen significativamente la posibilidad de un contagio. Sin embargo estos hábitos no han permeado de la misma forma en todas las familias.

Muchos padres de familia con hijos en edad escolar, estamos constantemente vigilando que estas medidas se cumplan al interior de nuestras casas, o cuando se realiza alguna actividad, compra o visita a algún familiar, por la dinámica y naturaleza de los niños no es sencillo que todo el tiempo estén utilizando correctamente el cubre bocas y que de forma natural se laven las manos con la frecuencia recomendada.

Quizá unas pocas escuelas tengan los recursos humanos, físicos y técnicos para garantizar las recomendaciones en todos y cada uno de sus estudiantes, sin embargo, la inmensa mayoría de las escuelas del país, no cuentan ni con las instalaciones adecuadas, ni con los recursos técnicos y humanos para garantizar el distanciamiento social. No imagino a un profesor en la hora del recreo vigilando que los niños no corran, o no convivan, intercambien lunch, bajen su cubre bocas o simplemente que cumpla con todas las medidas recomendadas.

No es capricho, es una realidad… que las autoridades insistan de forma irresponsable que es mejor regresar a clases que continuar así, lo único que demuestra es la falta de sensibilidad social que ha marcado el actual gobierno, justamente los niños en edad escolar en esta tercera ola y frente a la variante Delta del COVID-19 son el eslabón más vulnerable, ya que no han accedido aún a ningún tipo de esquema de vacunación, y dada la transmisibilidad que ha adquirido esta variante del virus, el regreso a clases se convierte en un punto de no retorno.

Los ejemplos sobran en el mundo, algunos países ya han avanzado en el proceso de vacunación y han empezado a vacunar a los niños y jóvenes menores de 18 años, sólo entonces podrán darse las condiciones para que el regreso a las aulas tenga un mayor grado de certeza. La Negligencia que han mostrado las autoridades ha sido criminal, recordemos que en palabras del subsecretario López-Gatell hablaba de un escenario catastrófico si llegaba a las 60 mil defunciones, hoy esa cifra tristemente quedó rebasada casi 4 veces con las cifras oficiales, pero más de 8 veces por el exceso de mortalidad en el periodo de la pandemia.

Los dichos de las autoridades donde minimizan el riesgo de regresar a clases por instrucciones del presidente y justo cuando la tercera ola de la pandemia se encuentra en los peores momentos, habla del poco interés en la salud pública, la vida de millones de niños y la salud de cientos de miles de familias.

¿Qué pretenden?, ¿inmunidad de rebaño?, ¿ya estamos con servicios de salud de primer nivel para afrontar un escenario que en pocas semanas podría ser dantesco?, ¿acaso ya los cientos de niños con cáncer tienen los cuadros de medicamentos necesarios? Si la respuesta a alguna de estas preguntas es sí en la cabeza de las autoridades responsables, estaríamos ante otro grave caso de irresponsabilidad y negligencia criminal sin precedentes.

Por Ángel Y. Aguilar C.

Por Editor

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