A pesar de llevar meses como precandidatos por MORENA a la Presidencia de la República, hoy no sabemos qué piensa Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Adán Augusto López sobre los terribles problemas que vive el País y que propuestas tienen para resolverlos. No sabemos que piensan sobre seguridad, economía, educación y desarrollo. No vemos nada nuevo, salvo que no sea la repetición de lo que su jefe dice, piensa y manda. A muchos de nosotros nos gustaría saber que postura tienen en temas concretos y las soluciones que ofrecen.

Hace años se decía que: “el que se mueve no sale en la foto”. Hoy parece ser que se aplican otros refranes como: “en boca cerrada no entran moscas” y “calladito te ves más bonito”. Los precandidatos, a quienes desde mi punto de vista llamarlos corcholatas resulta despectivo, porque éstas se usan para tapar refrescos y cuando se abren, acaban en la basura y algunas son quitapón. También es una forma de decirle borracho o borracha a una persona, porque una corcholata siempre está pegada a la botella y cuando se destapa acaba en el suelo.

Pero de regreso al tema, los precandidatos deben exponer sus propuestas que sean alternativa viable y no declaraciones generales y ambiguas que nada dicen, que a nadie comprometen, que ya fueron dichas.

No conocemos cual es el diagnóstico y las propuestas de solución que ofrecen en sus actos de precampaña. Puras loas, pura demagogia, pura abyección. Mientras no expresen proyectos, programas, cambios, nos quedamos con el conocimiento de su personalidad mediática, que de paso sea dicho, solo entusiasma a sus seguidores y adoradores del “hueso” o de los negocios. Ninguno tiene, ni de lejos, el carisma y arrastre de su jefe.

Hoy la sociedad debe estar muy pendiente de exigir a los precandidatos posiciones claras sobre la larga lista de problemas nacionales. Merecemos un lenguaje convincente, sin mentiras, donde la política no se esconda en una  retórica vacía, hueca y las palabras no sean el instrumento para encubrir incapacidades en lugar de usarse para hacer público lo que se piensa.

La sociedad los va a obligar a que tomen postura y ofrezcan respuestas. Queremos conocerlos de frente y exponiendo su verdad, su posición, sus ideas y no solo buscando quedar bien con el que manda. Hasta hoy los precandidatos, al menos los oficiales, no han manifestado su agenda ante la nación, no han dicho porque consideran que pueden ser candidatos a la Presidencia de la República y muy posiblemente al que se designe, ganará la elección.

Bueno será que los mexicanos elijan a su próximo presidente votando por aquel o aquella que proponga un programa concreto y viable para solucionar lo que preocupa a la sociedad.

Exigimos compromisos claros ante problemas claros. No podemos aceptar que quienes nos gobernarán se escondan en un discurso plagado de abstracciones e incluso de buenas frases, porque ya hemos visto con tristeza y decepción que las palabras no arreglan nada.

Tampoco podemos permitir que la publicidad engañosa, los otros datos o las verdades a medias nos orillen a elegir la mejor imagen, la personalidad más amable y sonriente, pero sin ideas, sin proyecto.

La agenda de problemas es bien conocida por todos, los asuntos son mayores y la sociedad espera propuestas serias, al margen de ofensas, adjetivos y guerra sucia. La sociedad espera políticos que se definan y que den buenos resultados.

Desterremos el lenguaje que oculta la verdad, el lenguaje que disfraza, el lenguaje que engaña. Ya hemos tenido suficiente.

Por Carlos Román.

Por Editor

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