Muchas veces la vida nos lleva por caminos que nunca pensamos transitar, por rumbos desconocidos y situaciones impredecibles. Los cambios nos muestran que la vida da para mucho y afrontarlos, depende del ánimo y de la condición de cada uno de nosotros.

Hay quienes se proponen solo ser ricos y terminan demasiado pobres y no necesariamente por falta de dinero. Hay quienes se proponen tener poder por el poder mismo, y terminan muchas veces sin poder y sin honor. Hay quienes se proponen tener riqueza y poder y terminan sin poder usar lo que tienen y sin poder hacer lo que quieren.

He vivido cuatro cambios fundamentales en mi vida. Todos y cada uno de ellos relacionados con mis actividades, algunos por mis deseos y otros por la necesidad de las circunstancias. El primero se dio en el año de 1982, cuando tenía 22 años, sin lugar a duda el cambio más importante que fue dejar de un día para otro la Ciudad de México, de donde nunca pensé salir, porque ahí nací, crecí y tenía mi “vida” hecha. Pero el destino me llevo a vivir a Guadalajara, donde tuve la fortuna de conocer y trabajar con gente de excepción, personas comprometidas con las ideas, con la cultura, con la honestidad y con principios para lograr cambios que en su momento se dieron con mucho trabajo, con mucha inteligencia y valor y fueron significativos para el Estado de Jalisco de esa época. Todavía después de 40 años hay quien debe su vida política a ese trabajo que se hizo en ese tiempo y algunos hasta hoy lo agradecen.

Otro cambio fundamental e importante en mi vida, fue trasladar mi residencia a Puerto Vallarta, donde viví 12 años, de 1995 a 2007, etapa de crecimiento profesional, familiar y personal que me hizo ver que para lograr lo que quieres,  necesitas hacer todo lo posible para ganarte un buen nombre como profesionista  y como persona, lo que debe incluir un actuar ético, sin mentir y sin ofrecer promesas huecas. También me permitió vivir en un paraíso que es ese hermoso lugar de México que lo tiene todo como destino turístico: mar, arena, sol, selva, montaña, buenos amigos y una gran gastronomía.

El siguiente cambio se dio con mi regreso a Guadalajara, en donde por dar una mejor educación a mis hijos dejamos la costa para ir a la gran ciudad. En lo profesional y a veces sin medir consecuencias, me tocó atravesar tormentas con mares agitados, por la ambición de otros, lo que cobra facturas que a veces no son tuyas pero debes pagar. Sin embargo, también hay muy buenos recuerdos de esa época de formación y desarrollo familiar, de buena música y muchos gatos en la casa.

El último cambio significativo ha sido trasladarme a California, lugar en el que he podido comparar a una sociedad como la nuestra con otra de primer mundo, en la que se respetan  a las personas y a las leyes, el ambiente, la cultura y las ideas. Hay civilidad y un enorme potencial de desarrollo,  pero sobre todo, es un lugar en donde si sales a la calle, no estás pensando quien te va a asaltar, secuestrar o matar y ahí te das cuenta de lo que vale la seguridad, tu seguridad y la de tu familia.

Casi en todas las etapas de mi vida, he tenido la gran fortuna de estar cerca de gente buena, de gente con principios, con ética, que se preocupa por los que menos tienen y los ayudan. El momento actual me ha hecho recordar mis inicios y ratificar mis principios, no como predica moral, sino como la realidad que he vivido a lo largo de muchos años y que me permite hoy como ayer, tomar aliento para poder continuar en esta travesía, en donde al final se avizora un puerto seguro para poder desarrollar y vivir lo que aún me quede de tiempo en este mundo y poder hacer algo por los demás.

Por Carlos Román.

Por Editor

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