Una vez más fuimos testigos de la forma de actuar de aquellos que tienen la enorme responsabilidad de procurar justicia. A qué punto llegarían las anomalías suscitadas por parte de los fiscales, que en una audiencia que duro 23 horas para tratar sin éxito de imputar a varios abogados ligados al exconsejero jurídico del presidente por delitos de tráfico de influencias, extorsión y asociación delictuosa, el propio juez federal de control manifestó que ante tanta perversidad solo se puede acceder a la justicia si se tiene “A Dios como abogado”. Eso no hace más que confirmar que el principal problema del país sigue siendo el fallido estado de derecho que vivimos.


Escándalo tras escándalo, derrota tras derrota, el abuso del poder y el ejercicio faccioso del mismo para resolver venganzas personales, antiguas y nuevas, no hacen más que manchar a una institución que se dice autónoma, pero que ha sido usada de forma grosera por decir lo menos, contra aquellos que tuvieron la mala fortuna de ser objeto de la ira y sevicia de su titular, lo que demuestran la gravedad de las cosas que suceden en México en materia de procuración de justicia. También afecta a un gobierno que ha puesto ante todo y ante todos, promesas de combate a la corrupción, que con estos actos se vuelven huecas porque los abusos revelan la más grave podredumbre de la que hemos sido testigos en los últimos años.


Ya son tantos los hechos públicos y notorios del descrédito e ilegalidad del actuar de la fiscalía, que todos hemos visto con asombro si en verdad hay un límite al que se pueda llegar, y nos preguntamos con incredulidad porque estos impresentables personajes siguen ocupando responsabilidades fundamentales para cualquier Gobierno, más para uno que prometió que: “al margen de la ley nada y por encima de la ley nadie”.


Esta Fiscalía se dedica con todos sus recursos y facultades que le dan un gran poder, a tratar de encarcelar a investigadores, a competidores, a periodistas, siendo su fuerte las mujeres mayores, bisabuelas, abuelas y madres a las que de forma grosera se les han inventado delitos que han destruido sus vidas y las de sus familias. La perversidad de sus acciones llega incluso a ocultar actuaciones a los jueces, lo que es un grave engaño que aprovecha para actuar con la impunidad que ostenta, poniendo así en riesgo a todo el sistema penal del país y con ello al Estado Mexicano.


Es común que los grandes proyectos fracasen a causa de las personas que son invitadas a intervenir en ellos. Si esta situación se mantiene, si seguimos permitiendo que se continúe violando con sus actos la más mínima legalidad por parte de quienes tienen la obligación constitucional de defenderla y actuar de buena fe, con rectitud y firmeza; con lealtad, verdad y sin torcer la ley para procurar justicia, habrán hecho un terrible mal a México y al pueblo que prometieron servir. Serán recordados como la Fiscalía que tuvo la posibilidad de ser, de transformar la procuración de justicia para bien de México, pero que terminó traicionando a un gobierno qué ha dicho no ser igual a los anteriores.


Que hasta un juez federal diga que solo Dios puede litigar contra esta clase de funcionarios, nos hace recordar que el pecado original es una buena explicación de la lucha entre el bien y el mal y deja de manifiesto la perversidad de la condición humana.


Debemos como sociedad luchar para contener al mal y las malas acciones que con muy bajos instintos han llenado a México de injusticias y violencia.

Transitorio.- Y hablando de procuradurías corruptas, la del consumidor ha sido siempre ineficaz, contumaz y ahora al parecer extorsionadora. ¿Pero qué sucede en este Gobierno que los patos le tiran a las escopetas? Solo pregunto.

Por Carlos Román

Por Editor

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