El escenario político en México se encuentra en una encrucijada crucial. En las  elecciones de 2024, una parte importante del electorado buscará encontrar el camino para frenar la destrucción que está dejando el gobierno de López Obrador. Restaurar los equilibrios, pesos y contrapesos en el sistema político, requiere movilizar a los ciudadanos para que participen con su voto en el proceso electoral, porque a los partidos no les alcanza. El triunfo aunque posible, está cuesta arriba.

Los partidos políticos en México han olvidado su verdadera misión que es: representar a los diversos sectores sociales con los que tienen un vínculo natural, para que estos cuenten con participación en los órganos de Estado. Pero por tratar de abarcar a todas, a todos y a todo, han perdido presencia social, ideología y militancia.

Los ciudadanos han excluido de su vida a los partidos. Xóchitl Gálvez lleva un enorme lastre porque los partidos que la postulan, nos guste o no, representan  a la corrupción y la impunidad de siempre. Sumemos la intolerancia y sobre todo, la creciente inseguridad que afecta cada día a más personas, son factores que han erosionado hasta extinguir la confianza de los electores en los partidos y también  en el gobierno por su incapacidad para proteger a sus ciudadanos.

Difícil se ve lograr un cambio para reestructurar el poder en las próximas elecciones. La oposición no encuentra el camino para capitalizar el descontento de importantes sectores sociales que no han visto cumplidas las promesas hechas por el presidente. Las herramientas claves para lograr el triunfo de la oposición deben incluir no sólo el análisis y descripción de los problemas, sino la propuesta sensata, creíble y realizable para resolverlos. Continuar con lo que hasta la fecha ha sido un fracaso, nos ponen en un escenario francamente terrorífico y por el otro lado, regresar al pasado corrupto e intolerante, no es nada promisorio.

Hace cinco años millones de ciudadanos con su voto castigaron a uno de los gobiernos más corruptos de los que México tenga memoria. Hoy, la corrupción ni remotamente ha sido controlada, por el contrario, está más viva que nunca. Se manifiesta en todas las esferas del gobierno. El país se ha estancado y no ha podido desarrollarse con el potencial que tiene ni con el crecimiento deseado.

La falta de capacidad del estado para brindar seguridad pública, jurídica y social, sin lugar a dudas constituye uno de los puntos más vulnerables del actual gobierno y un elemento que la oposición debería aprovechar.   

Si la elección se ciudadaniza es factible que Gálvez obtenga el triunfo. El reto fundamental es vencer al abstencionismo. Estrategias efectivas, ideas y propuestas inteligentes que motiven la participación en las urnas de los ciudadanos, asegurarían que muchas voces sean escuchadas.

Es evidente que la oposición enfrenta una serie de desafíos que tal vez sean insalvables. Sin embargo, también es importante reconocer que además de destacar las fallas del gobierno actual, la oposición debe presentar propuestas creíbles, accesibles y ejecutables, que confronten a Claudia Sheinbaum  como la candidata del oficialismo. La guerra sucia, la calumnia y la descalificación a priori nunca ha funcionado. El PAN es el que más las utiliza, debe evitarse. Recuerden el fiasco y el fracaso que resultaron ser Ricardo Anaya, Josefina Vázquez Mota y Margarita Zavala.

México vivirá el próximo año la elección más importante de su historia. Un populismo corrupto e ineficiente podría colapsar al país si continúa durante los próximos seis años. La oposición enfrenta un reto formidable: buscar la alternancia sin recaer nuevamente en lo que todos hemos padecido, soportado y también castigado con nuestro voto. El tiempo dirá si las encuestas de hoy, se vuelven realidad mañana. Aún falta, pero no tanto, el destino se puede cambiar. Pongan inteligencia y pasión.

Por Carlos Román.

Por Editor

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