La evidencia histórica de la formación política de la élite que hoy gobierna nuestro País, tiene invariablemente una raíz priísta.  Ningún partido de izquierda ha podido por sí solo, generar liderazgos importantes que no hayan pasado aunque sea un breve tiempo, por la mala escuela del priismo. Eso explica la flexibilidad de algunos distinguidos “representantes populares” para realizar malabares que en el transcurso del tiempo, les han dado impresionantes aptitudes para convertirse en excelentes contorsionistas. Son maleables como el cobre, mismo que siempre sacan.

Veamos quienes han sido los prohombres de la izquierda mexicana de los últimos cuarenta o cincuenta años. El primero, líder moral y guía, el hombre épico e hijo del presidente que acabó con el Maximato e hizo realidad los postulados de la Revolución Mexicana: Cuauhtémoc Cárdenas. El segundo, nuestro presidente López Obrador, creador e impulsor de algo que se llama cuarta transformación, similar al arriba y adelante de Luis Echeverría. También encontramos a distinguidos representantes de todos los priismos hoy bajo la egida de Morena como Manuel Bartlett, colaborador de Miguel de la Madrid y su renovación moral de la sociedad. Porfirio Muñoz Ledo; que ha vivido todo el espectro político de México de los últimos cincuenta años. Marcelo Ebrard; formado con Carlos Salinas y Manuel Camacho, quienes aplicaron en México el neoliberalismo, causa de todos nuestros males según el presidente. Adán Augusto López, reminiscencia de Tomás Garrido Canabal, sin comentarios; y por supuesto Ricardo Monreal, que se cuece aparte, solo por citar a unos cuantos.

Muchos de los políticos formados en el priismo carecen de límites éticos en su actuación. Como cromosoma incrustado en lo más profundo del núcleo de sus células, su conducta está condicionada a seguir esos impulsos, más autoritarios que democráticos y más patrimonialistas que honestos. La escuela es la escuela.

Pero el caso de Ricardo Monreal merece una mención aparte. Formado en un priismo duro y puro, hace gala de los viejos, muy viejos hábitos que hicieron del partidazo una leyenda y una tragedia para nuestro país. Al hacer suyo ese viejo refrán priista que dice “con Usted hasta la ignominia”, se demuestra como la ambición lo ha llevado con tal de ganar posiciones para él, su  familia y su grupo político, a saber acomodarse para donde sopla el viento. Incluso es capaz de apoyar a partidos distintos al suyo para obtener influencia y poder, si no, que le pregunten hoy a Claudia Sheinbaum y ayer a Amalia García. No lo mueve ninguna posición ideológica. Presenta un camuflaje en sus actos y en su discurso que engaña a muchos, pero no a todos. Su lucha es por el poder y por el dinero que deja ese poder.

Monreal representa hoy para la cuarta transformación, algo tan viejo y malo como la mafia del poder, más tratándose de un ex salinista converso a la izquierda. Es de esos políticos que yo llamaría trepadores y ven al Estado como un bien patrimonial susceptible de apropiación. Monreal y su grupo de familiares y amigos significan prepotencia, autoritarismo, ausencia de principios y de lealtad, han traicionado a todos. Sigue siendo un cacique.

Igual que hace veinticinco años, hoy se confirma su herencia priista que representa su postura y su actitud cínica y contradictoria. Monreal debe  entender de una vez por todas que aunque amenace con un juicio político contra los ministros de la Corte,  su exclusión del grupo del presidente Lopez Obrador es insuperable, aunque lo vuelvan a invitar a desayunar al Palacio. A Monreal no lo limita ni los partidos, ni los electores, menos la opinión pública. Es un  hombre obsesionado por el poder, no importa lo que pase y tampoco importa el costo. Para este personaje su límite es su interés personal. Veamos si la oposición carente de lideres, no le ofrece a Monreal una candidatura, ya saben como juega este personaje. Espero que llegado el momento, los electores sepan por quien estarían votando y por supuesto que un voto por él es un retroceso, incluso para la 4T.

Por Carlos Román.

Por Editor

Un comentario en «Los origenes»
  1. Magnífico artículo, pero los mexicanos seguiremos con la esperanza de que llegue nuestro redentor político, oro porque reencarne Don Porfirio, él si pondría en su justo lugar a todos esos políticos de $ 3.00 ignorantes e incultos y además apóstatas.

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