Hace más de dos décadas, lo que se pensó qué sería un verdadero avance democrático para el país, terminó mal, como preámbulo de una tragedia griega. De manera paradójica el PAN fue quien hizo posible el surgimiento del “Caudillo” del que hoy las oposiciones se quejan. Fue ese partido político el responsable de darle la fuerza a Andrés Manuel López Obrador, para que se convirtiera en el líder social y político que hoy ejerce una de las presidencias más fuertes y autoritarias de los últimos cincuenta años. El Caudillo nace, se hace y se fortalece, por los errores que cometieron los panistas, cuando asustados, operaron un desafuero, que a la postre fue la catapulta que lo convirtió en uno de los lideres políticos más fuertes y también más controvertidos de México.
¿Que hizo mal el Foxismo? Muchas cosas, pero para empezar convertir a la Secretaría de Gobernación en una especie de mesa de diálogo o en una interminable reunión de consulta popular, más parecida a un buzón de quejas y sugerencias, que a la Secretaría del gobierno federal encargada de llevar a buen término la gobernanza del País. Por su relación con los poderes legislativo y judicial, con las entidades federativas, con los partidos políticos, con las iglesias, en pocas palabras: con los factores reales de poder, la Secretaría de Gobernación, no puede ser solo una boutique para declamar bonitos discursos, ni una mesa donde se exhiban lujosos floreros y menos aún, guarida de pillos y corruptos.
El primer gobierno surgido de la alternancia electoral en México, terminó desaforando a Andrés Manuel López Obrador y, con ello, creando al héroe social, al Caudillo que hizo de los pobres su discurso, al líder indiscutible al que en la desesperación del panismo, generó una de las elecciones presidenciales más polémicas y cuestionadas, para doce años después, llenos de hartazgo por la inseguridad, corrupción y frivolidades, los mexicanos echaron a patadas, con la fuerza de los votos, a un régimen inepto, sínico y corrupto hasta la médula, que hoy no parece tener posibilidad ya no digamos de triunfo, sino de simple sobrevivencia.
Pero además de lo político, el sucesor de Fox, Felipe Calderón, para legitimarse de una elección con fuertes cuestionamientos de fraude, inició la narrativa de otra tragedia griega, ya que se encontró con que existían grupos delincuenciales que mandaban sobre varias zonas del País, iniciando una guerra fallida que no se le ve fin, pero lo peor es que el panismo olvidó algo que pregonaron siempre: que la democracia tiene reglas y la más importante consiste en cumplir y hacer cumplir la ley.
Entonces, las contradicciones en el discurso y en los hechos del gobierno de Fox y de los dos siguientes, nos llevaron a que nuestras peores pesadillas se convirtieran en realidad y paradójicamente, después de tantos años de lucha y a cinco años de gobierno, en el principio del ocaso del Caudillo, su forma de concentración de funciones y de poder, es decir de gobernar, puede terminar mal. Le está pasando lo mismo que al foxismo, porque ese gran poder del presidente, todavía no nos permite vivir en paz, vivir con seguridad, seguimos viviendo con miedo. En materia de corrupción, ni se diga. La oferta del Caudillo, tampoco ha tenido un final feliz para aquellos que fueron su bandera y su discurso: hay más pobres que antes. Entonces, ¿qué sigue? Si lo saben, compártanlo, nunca he sido bueno para predecir el futuro. Espero que no encontremos el final de esta crónica de gobierno en uno parecido a las novelas de Esquilo, Sófocles o Eurípides, porque nuestra tragedia está cobrando un sentido de realidad que asusta.
Por Carlos Román.
Bravo; basto nutrido y elocuente apreciación de nuestra realidad democrática. Dios se apiade de nosotros y recoja a nuestro Emperador.