El cinismo y la traición son las formas de dar respuesta de muchos políticos de viejo y nuevo cuño, cuando se ven en problemas por sus actos turbios. Por eso no rinden cuentas a sus electores y cambian de partido, de ideología y de postura como de zapatos. Por eso traicionan compromisos sin pudor ni recato. Para ellos  la moral es un árbol que da moras. Alito Moreno, Osorio Chong, Manlio Favio Beltrones son por citar solo algunos, la caracterización exacta no solo de la degradación política del PRI, sino de la descomposición total de la oposición que hoy tenemos, cuando deberían por lo menos, guardar las formas dentro del debate público, por un respeto mínimo al sistema que incluso los ha hecho inmensamente ricos. Lo cierto es que ni eso les importa.

Dentro del PAN tampoco son ajenos a estas prácticas. Hay varios panistas y ex panistas que han sabido traicionar sus convicciones por intereses poco claros. Germán Martinez, Manuel Espino, Raúl Paz y Javier Lozano, son una muestra de distinguidos trapecistas con una capacidad insólita para encontrar el momento ideal de la traición, para dar varios saltos mortales y volver a caer parados. Hacen lo que sea con  tal de asegurarse más y más poder, más y más dinero. Podrán haber amasado grandes fortunas en los cargos públicos que usufructuaron, ser hábiles en el discurso, hablar hasta bonito, pero lo que no tienen es el mínimo  valor ético, ni el más remoto compromiso social.

Hablan y pontifican como si tuvieran muy poca cola que les pisen. La cola larga nunca ha sido un impedimento para hacer política. Hoy, inclusive pueden tener la lengua larga, porque saben que cuando les llegue la soga al cuello, se zafan con el fácil expediente de cambiar su voto y traicionar sus compromisos. Tienen una gran facilidad para abandonar el barco cuando hace agua.

Parece ser que el priismo esta más vivo que nunca. El priismo en su peor versión. El priismo corrupto, cínico, que en su pragmatismo ha renunciado a todo, incluida la dignidad del respeto a los votos de sus electores y a los acuerdos con otros partidos para sobrevivir. El priísmo que hoy vota por la militarización y la degradación del INE, al igual que como el priísmo de ayer, que votó, aprobó y aplaudió la nacionalización de la banca y la creación del Fobaproa.

No hay acuerdo, palabra ni compromiso que valga. PRI y PRD aliados del oficialismo. También vemos como Morena suma a personajes formados en todos los priismos, que no son pocos: desde Manuel Bartlett hasta Alfonso Durazo. Con la fuerza de los hechos que descubren tratos inconfesables, sabemos que en la vida política nacional todo se vale, todo es posible, ya no hay sorpresas, solo la certeza de que nuestra clase política es completamente amoral y corrupta, con extremadamente pocas excepciones que hacen la diferencia específica en el género próximo que encontramos en toda definición.

Los políticos tratan de explicar y justificar sus traiciones mediante tesis conspirativas. Todos los asuntos los resuelven sin voltear a ver a sus electores, a la sociedad a la que en teoría se deben. Todo se vale cuando el fin es mantenerse a salvo.

Recordemos que la democracia es el conjunto de reglas para mantener o cambiar a nuestros gobernantes. Los votos no construyen una sociedad con alternativas y oportunidades de desarrollo ni de justicia con igualdad para las personas. De ello dan fe los últimos gobiernos. Todos al buscar los votos ciudadanos prometieron la paz y la felicidad y solo han logrado la certeza de la desigualdad, de la impunidad y de la inseguridad. Falta mucho para tener el cielo en la Tierra. Eso es un acto de fe que las promesas de los políticos no pueden cumplir. Pero a pesar de todo, la democracia es lo mejor a lo que podemos aspirar como sociedad. Perderla no es opción.

Por Carlos Román.

Por Editor

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