La incipiente democracia mexicana no resiste seis años más de lo mismo. Si se mantiene el autoritarismo, nuestra democracia se acaba. Casi todos los partidos políticos apuestan solo a satisfacer los intereses de sus liderazgos. Su ideario y compromiso ciudadano es cambiante. Deberían actuar de acuerdo a la circunstancia y a la coyuntura que el escenario político ordena. Aún tenemos libertad de expresión y una prensa relativamente libre. Los valores y principios que la democracia implican, aun los podemos ejercer. El voto de castigo sigue siendo un arma poderosa que tiene la ciudadanía para manifestarse en contra de gobiernos, partidos y políticos.

Nuestras instituciones públicas, sobre todo las que continúan siendo independientes, han soportado todo tipo de ataques de un gobierno al que le estorba muchas veces el cumplimiento de la ley. Algunas han caído y otras sobreviven ante los embates de la ira mañanera. El poder judicial, único de los tres poderes con autonomía, resiste los embates y necesita nuestro apoyo. Si cae, se acabó. No debemos permitirlo.

La gente se hartó de los partidos porque carecen de un proyecto claro, con el que se puedan identificar importantes sectores sociales. Sin identidad y en el nombre del pragmatismo, solo buscan más cargos de elección popular y por lo tanto más presupuesto.

La debilidad de nuestra democracia radica precisamente en el numero tan elevado de partidos políticos que no representan nada, solo son negocios familiares de sus dueños. Pagamos demasiado por esas franquicias que nada aportan.

En los sistemas democráticos fuertes hay dos o tres partidos. ¿Como es posible que nuestra partidocracia sin una sociedad politizada y actuante, tenga siete partidos políticos? El Partido Verde es el mayor mercenario de la política. El PT no es tan diferente, son satélites de Morena. El PRD trata de salvar su registro y se une a la alianza opositora, no aporta pero hace bola.

Movimiento Ciudadano es un partido político que se dice independiente, pero también tiene dueño y es un negocio de unos cuantos.

En la pasada elección del Estado de México se pudo ver su verdadera intención.

La decisión de su líder los hizo sacar el cobre. Al retirarse de la elección mexiquense, ayudó a Morena a ganar y sacar al PRI de Toluca después de casi cien años, cosa que en si no es mala, pero ganó uno peor. Justamente Dante Delgado, dueño de MC, es un político que se ha caracterizado por su probada deshonestidad. Así, ¿qué podemos esperar de lo que este siniestro personaje prepara?

Movimiento Ciudadano de Dante Delgado, es el partido que busca ser la bisagra que favorezca al oficialismo. Pero, siempre hay un pero, si  pierde al grupo político del Gobernador Enrique Alfaro, que representa la gran mayoría de votos y posiciones para mantener o incrementar su representación política en el congreso y en otros estados, no tendrá las condiciones mínimas de existencia por su falta de estructura y representación social. MC es una franquicia local y juega con equipos prestados. Su dueño es igual a los demás, vende su amor al mejor postor.

Estos partidos morralla solo sirven para construir mayorías artificiales. Son como meretrices. Apoyan lo mismo a Morena que al PAN y si es necesario el PRI. Siempre están dispuestos a “sacrificarse.” Todo sea por las contundentes razones presupuestales y sobre todo a crear todo tipo de artificios para construir negocios. No distinguimos la diferencia entre unos y otros.

Eso ha contaminado el ánimo social por lo  que muchos electores los rechazan, incluidos a los llamados partidos grandes. Poderosa razón por la que las mujeres y los hombres comunes y corrientes, estamos desilusionados y en ocasiones hartos de esta partidocracia. Son ellos y sus intereses.

Nuestra debilidad institucional es directamente proporcional al debilitamiento de estos institutos políticos. Su credibilidad no deja de caer y van a la baja. Siguen siendo parte importante de nuestro atraso. Pronto veremos si MC confirmará esta regla.

Por Carlos Román.

Por Editor

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