Para Teodoro Vásquez.

Dios no te envía la desgracia. Dios no es responsable de nuestros sufrimientos y de nuestros males. Los hombres, en uso de nuestra libertad decidimos nuestro camino. Las cosas de Dios son divinas, las de los hombres se forman en los actos y en la conciencia de cada uno de nosotros. Condenarse o salvarse es decisión de cada quien. 

“Sálvate tú” es una frase de la autoría de mi amigo Teodoro Vásquez. Él, junto con su esposa María, tuvieron la necesidad hace muchos años de dejar México. Originario de la Costa Chica guerrerense, por las mismas razones que millones de compatriotas, buscaron en los Estados Unidos de América lo que el gobierno de su País ha sido incapaz de proporcionar a millones.

Hoy quiero compartir con ustedes queridos lectores, como es que la sabiduría, el buen humor, la frase oportuna y ocurrente de un hombre sencillo y bueno, pueden hacernos más llevadera nuestra vida, además de darnos una lección de humildad y buenas intenciones. “Sálvate tú” es una frase compuesta de dos palabras, pero con un gran significado. Es una forma gentil de evitar un conflicto matrimonial, un pleito sin razón y no discutir por discutir. Así funciona: Teodoro llega cansado a su casa del trabajo, jornadas de doce, catorce o más horas; su  esposa le pide ir a su parroquia, Teodoro muy cansado pero sin ánimo de contradecirle, le dice: “sálvate tu” su célebre frase, que representa una excusa de un esposo que trabaja duro para poder brindarle a su familia mejores condiciones de las que él tuvo. 

Los Vásquez también dan generosamente a su comunidad su tiempo y esfuerzo para ayudar a otros y encontrar un camino más fácil que permita en la fe por Dios, superar problemas, evitar divorcios, vivir en paz. 

Al igual que muchos de nuestros paisanos, la familia Vázquez representa el esfuerzo de años de trabajo sin cesar, sin descanso, sin quejarse de la azarosa vida de un migrante que llega a América sin más que ilusiones y una voluntad inquebrantable para lograr sus metas. Es innegable que quienes han emigrado a California (ya son doce millones de mexicanos), han logrado vivir mejor que en su País, pero nunca pierden el orgullo de pertenecer a su tierra.

Teodoro y Maria, también representan la preocupación, la insistencia y el trabajo para educar a su familia en la fe católica. Representa la forma de transmitir los valores, las virtudes y el ejemplo de lo divino a sus hijos, pero también la necesidad de una conducta ética que les permita mirar a todos a los ojos, sin pena, sin nada que esconder. Ellos saben que el bien y el mal muchas veces coexisten, saber distinguirlo es lo difícil.

Sin importar tus limitaciones, lograr tus metas requiere de la pasión que pongas en tus causas. Esa pasión la vemos reflejada en lo que hacemos, en como lo hacemos y lo que obtenemos. También la gran lección que me dejan estos amigos me hace reflexionar y entender lo que no había podido ver o no había querido ver a pesar de haberlo escuchado varias veces antes: “podemos estar con Dios o contra Dios, pero no sin Dios”.

Otro gran consejo de mi amigo Teodoro, consiste en que cuando tengas un conflicto potencial con tu esposa, con tus hijos, con tus padres o con tus amigos que pueda desbordarse, toma un gran sorbo de agua y mantenlo en la boca sin tragarlo para que no uses palabras de las que luego te arrepientas. En pocas palabras y como dice el clásico: “calladito te ves más bonito”. 

En fin, Teodoro como hombre sabio, siempre tiene la última palabra: “lo que tu digas mi amor”  y al final, van en familia a su iglesia, para fortalecerse en su fe.

Por Carlos Román.

Por Editor

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