Llegó diciembre con sus celebraciones. Llegó diciembre y con él muchos recuerdos, navidad y las fiestas que nos hacen vivir la alegría y la nostalgia de días pasados, de lugares distantes, de fechas especiales. Para algunos, como yo, es la mejor época del año. Para otros la nostalgia y a veces la depresión se impone. Comparto dos breves reflexiones con sentimientos encontrados.
1.- Todas las personas somos diferentes. Cada uno de nosotros vive un universo distinto, único, con diferencias sustanciales y similitudes particulares. Pensamos diferente, tenemos gustos y pasiones que nos dan muchas y diversas razones para vivir. En nuestro núcleo social, entre nuestros amigos y parientes encontramos personalidades de todo tipo. Cada uno es libre de realizar actividades que llegan a convertirse en una gran pasión. La variedad de gustos es extensa y extraordinaria. Los más felices son quienes practican con devoción y regularidad lo que les gusta hacer, lo que los llena de alegría.
Existen personas que viven para sus aficiones. La pesca, el cine, el arte, la música, la lectura, el deporte, los autos, las finanzas, la ciencia. También la religión, la moda, las redes sociales, la política, entre muchas más. La diversidad de lo humano es enorme. También hay apasionados de los vicios, buenos y malos, sanos o dañinos.
La similitud de los gustos hace que los hombres se agrupen y reúnan por profesiones, aficiones, religiones y vocaciones. Somos sociales por naturaleza. Necesitamos de la Polis para poder desarrollarnos y florecer. Al tener el don de la palabra, debemos comunicarnos con nuestro prójimo, con quienes compartimos una visión del mundo, pero no de cualquier mundo: solo de nuestro mundo.
Siempre me sorprenderá la tenacidad de algunos para transformar la realidad. Admiro la fuerza de voluntad de quienes saben que pueden hacerlo y no se atemorizan ante nada para defender sus ideales, sus razones y su forma de vida.
William Wrigth, nuestro querido amigo “Bill”, se nos adelantó hace unos días. Me deja muy buenos recuerdos, era un hombre sabio, que llenaba con un gran entusiasmo su vida y la vida de los demás. Siempre duele perder a una persona así. Deja un vacío difícil de cubrir entre su familia, sus socios, sus amigos y quienes tuvimos la fortuna de conocerlo y de tratarlo.
Siempre defendió con seguridad sus ideas. La experiencia de su trabajo llenaba todos sus argumentos de la más absoluta racionalidad. Siempre nos transmitió una gran alegría de vivir, una gran fortaleza en momentos difíciles. De él recibí palabras de fe, de aliento y esperanza. Una vida dedicada al trabajo disciplinado rinde frutos. En el caso de Bill fueron muchos. Lo llevaremos siempre en nuestra memoria y en el corazón.
2.- Son muy pocos los que comprenden el valor de hacer las cosas realmente bien. Hacer pocas cosas pero hacerlas bien, te permite que la realidad, el día de mañana no te cobre tus errores y te derrumbe.
“Mas vale paso que dure y no trote que canse”, dice el viejo y sabio refrán popular. Cuando se camina en la vida, a veces es necesario detenerse para mirar nuevamente el cielo, el mar, el bosque y traer nuestros recuerdos que asociamos a lugares, aromas, sabores y hechos pasados.
Cumplí hace dos días 64 años. Hasta los Beatles tienen una canción alusiva a esa edad, que escuchaba de joven y pensaba que era una fecha muy lejana. Entrar en esa etapa de la vida me hace mirar nuevamente al mar, como lo hacía hace muchos años, y recordar aciertos y equivocaciones, pero de una cosa estoy seguro: los recuerdos nos hacen vivir nuevamente. El futuro hace mucho que dejó de ser una mera ilusión. El futuro nos alcanza cuando empiezas a ver la realidad de esa otra sabia frase o refrán que nos decían nuestros abuelos y que reza: “cómo te ves me vi, como me ves te verás”. Hoy vivimos para nuestros hijos y demás seres queridos. Buscamos tranquilidad, aunque todavía tenemos la flama de la aventura para buscar más caminos y hacer más y mejores cosas, de trascender, si eso es posible.
Hoy renuevo un compromiso conmigo mismo. La vida ha sido generosa, me ha dado mucho, sobre todo amor, sin él, no hay nada. El dinero no lo compra, aunque hay quienes piensan que todo tiene un precio. No es así.
A la memoria de William Wrigth.
Agosto 10 de 1942- Diciembre 9 de 2022
Por Carlos Román