El espacio exterior siempre nos guarda sorpresas, ¿verdad? Pues agárrense porque el increíble telescopio espacial James Webb (JWST) acaba de revelarnos algo fascinante sobre Makemake, uno de esos planetas enanos que viven en el vecindario más frío de nuestro sistema solar. Resulta que este mundo helado, que por mucho tiempo creímos un remanente inactivo, ¡tiene gas metano! Y no estamos hablando de cualquier cosa, sino de un hallazgo que lo convierte en el segundo objeto transneptuniano, después de Plutón, en mostrar liberación de gases. ¡Pura emoción cósmica!
Imagina un lugar más allá de Neptuno, en el lejano Cinturón de Kuiper, donde el frío es inimaginable. Ahí reside Makemake, un planeta enano descubierto en 2005, con un diámetro de mil 430 kilómetros, más o menos dos tercios del tamaño de Plutón, y hasta con su propia luna. Por años, pensamos que era un pedazo de roca y hielo sin mucha acción, pero el James Webb, con su ojo súper potente, nos ha abierto los ojos. La doctora Silvia Protopapa, una investigadora del Instituto de Investigación del Suroeste (SwRI) y líder de este estudio, nos cuenta que la superficie de Makemake está cubierta por metano congelado. Y lo más impactante es que el telescopio reveló que ¡también hay metano en fase gaseosa sobre su superficie! Esto no es poca cosa; los científicos confirmaron el metano al detectar una “firma espectral” única de luz solar que las moléculas de metano reemitieron como fluorescencia. En pocas palabras, vieron la “luz” del metano gas.
Este descubrimiento cambia por completo la imagen que teníamos de Makemake. Ya no es solo un mundo helado e inerte, sino un cuerpo dinámico con procesos químicos activos, probablemente impulsados por la luz solar. Los científicos del SwRI nos dan dos posibles explicaciones de cómo se libera este gas. Una teoría sugiere que el metano se libera a través de “expulsiones en forma de pluma”, algo así como pequeños géiseres, similares a los que vemos en la luna Encélado de Saturno, pero más vigorosos que el débil vapor de Ceres. La doctora Protopapa menciona que la velocidad podría ser de cientos de kilogramos por segundo. La otra posibilidad es que forme una atmósfera muy, muy tenue y fría, en equilibrio con el hielo superficial. Emmanuel Lellouch, coautor del estudio, apunta que la temperatura del gas podría ser de alrededor de 40 Kelvin (unos -233 grados Celsius) y una presión superficial bajísima, ¡cien mil millones de veces menor que la terrestre! De confirmarse esto último, Makemake se uniría a un club exclusivo de cuerpos del sistema solar exterior con intercambios activos entre su superficie y atmósfera.
Entonces, ¿cómo distinguirán entre un mundo con “géiseres” de metano o una atmósfera casi imperceptible? Pues, ¡más chamba para el JWST! Se necesitan más observaciones con mayor resolución espectral para desentrañar este misterio. Ian Wong, otro coautor, enfatiza que entender el mecanismo detrás de esta actividad volátil es crucial para interpretar todas las observaciones que tenemos. Lo que queda claro es que el universo sigue siendo un baúl de sorpresas, y cada vez que miramos con más detalle, encontramos más vida (o al menos más actividad química) donde menos lo esperábamos. Makemake nos recuerda que, incluso en los rincones más fríos y lejanos, la naturaleza tiene formas asombrosas de manifestarse. ¡Impresionante, ¿no crees?!