La grasa visceral, esa silenciosa enemiga oculta en lo profundo de nuestro cuerpo, está cobrando protagonismo en el envejecimiento del corazón y los vasos sanguíneos. Este tipo de grasa, que se acumula en áreas no visibles como el abdomen, los intestinos y el hígado, ha demostrado un papel crucial en la aceleración del envejecimiento cardiovascular. Un estudio reciente del Instituto de Ciencias Médicas del Consejo de Investigación Médica del Reino Unido pone de manifiesto esta relación y sugiere que el Índice de Masa Corporal (IMC) no es suficiente para predecir la salud cardiovascular.
Los investigadores, valiéndose de resonancias magnéticas y la ayuda de la inteligencia artificial, analizaron la cantidad y distribución de grasa corporal en más de 21,000 personas. Los hallazgos revelaron que la grasa visceral afecta el envejecimiento del corazón tanto en hombres como en mujeres. Además, este estudio destaca que el exceso de grasa alrededor del estómago no solo provoca un envejecimiento más rápido sino que también incrementa la inflamación, un factor conocido por acelerar el desgaste del sistema cardiovascular. Sorprendentemente, la grasa ubicada en la cintura y muslos, especialmente en mujeres, parece actuar como un protector para el corazón.
Las diferencias de género en cómo la grasa corporal afecta el envejecimiento son notables. Los hombres, con un predominante patrón de obesidad en forma de manzana, corren mayor riesgo, mientras que las mujeres, quienes suelen acumular grasa en forma de pera, podrían estar disfrutando de una especie de escudo natural gracias al estrógeno. Este descubrimiento subraya la compleja naturaleza de cómo la grasa corporal influye en nuestra salud y plantea preguntas sobre nuevas formas de evaluar el riesgo cardiovascular que vayan más allá del simple IMC.
La evidencia invita a reflexionar sobre la importancia de prestar atención a los depósitos de grasa profunda, invisible al ojo, y cómo estas pueden impactar nuestra calidad de vida y longevidad. Si bien la ciencia avanza hacia soluciones que podrían contrarrestar los efectos negativos de la grasa visceral, como los agonistas del receptor GLP-1, es fundamental que tanto profesionales de la salud como el público en general estén al tanto de estos hallazgos para promover una mejor salud cardíaca en el futuro.