En el corazón de Galicia, donde los ríos Miño, Sil y Cabe tejen un paisaje de ensueño, se encuentra la Ribeira Sacra, una comarca que es mucho más que sus famosos vinos. Entre sus tesoros ocultos, protegidos por bosques centenarios, destaca el monasterio de Santo Estevo de Ribas de Miño, una joya del románico gallego que parece emerger de la naturaleza misma. Este artículo te invita a explorar este impresionante monumento, su historia y el entorno mágico que lo rodea.

El monasterio de Santo Estevo no es solo un ejemplo destacado de la arquitectura románica en Galicia, sino también un testimonio de la habilidad y creatividad de los maestros constructores de la época. Su Pórtico de la Gloria, aunque menos conocido que el de Santiago, es igualmente impresionante, con detalles que hablan de un arte refinado y lleno de simbolismo. La solución arquitectónica empleada para su construcción, incluyendo una cripta que sostiene el templo, refleja la influencia del maestro Mateo, conocido por su trabajo en la catedral de Santiago. Los capiteles, adornados con motivos vegetales y detalles únicos, añaden otra capa de belleza y misterio a este lugar.

Pero el monasterio no está solo. Forma parte de un paisaje cultural y natural que incluye la cercana Iglesia de Pesqueiras, compartiendo estilos y técnicas que nos hablan de un pasado vibrante. La Ribeira Sacra, con sus monasterios, iglesias y viñedos, es un viaje en el tiempo que también nos recuerda la importancia de preservar estos tesoros para las generaciones futuras. Al visitar Santo Estevo, no solo se camina entre las piedras de un edificio histórico, sino que se atraviesa un portal hacia la Galicia medieval, donde el arte, la fe y la naturaleza se entrelazan de manera única.

Reflexionar sobre lugares como el monasterio de Santo Estevo nos lleva a apreciar la riqueza de nuestro patrimonio y la necesidad de protegerlo. En un mundo que avanza a toda velocidad, estos rincones de paz y belleza nos ofrecen un respiro y una conexión con nuestras raíces. La Ribeira Sacra, con su monasterio escondido entre bosques centenarios, es un recordatorio de que, a veces, los tesoros más valiosos son aquellos que se descubren lejos del ruido y las multitudes.

Por Editor