He afirmado y sostengo que nuestra clase política es de las más ineficientes, corruptas e incultas de todo el mundo. Particularmente en los políticos de esta  mal llamada transformación se han evidenciado la torpeza de sus actos y decisiones de los que hay muchos ejemplos: los cientos de miles de vidas perdidas por la negligente actitud de López Gatell ante la pandemia; la serie de excesos que se han documentado mediante contratos, moches y favores a los suyos, la desfachatez de exculpar sin penitencia alguna a autores de graves delitos, porque nadie les puede creer que a Ignacio Ovalle lo chamaquearon. Lo que importa es que sean cubiertos con el manto de impunidad que solo puede darse en las mañaneras.

Nuestro sistema electoral costó sangre, sudor y lágrimas, además de miles de millones y ahora, al representar un riesgo para la continuidad de la 4T, lo están haciendo pedazos. La verdad es que no existe sistema electoral que pueda con la ignorancia, torpeza y ausencia total de ética, civilidad y cordura de esta nueva mafia del poder. Son capaces de atentar contra todo y contra todos los que no se postren ante ellos.

Usando a los pobres como pretexto, la única posibilidad de que esta fallida transformación continue destrozando al País, es  radicalizar a extremos inimaginables e insostenibles el autoritarismo que los ha caracterizado. López Obrador está cavando la tumba de la democracia mexicana. Muchos dicen que ya enloqueció, lo cierto es que lo ha enloquecido el poder desde hace mucho. Pasará a la historia igual que el locuaz de Vicente Fox, como traidores a la democracia.  

La similitud entre Fox y López Obrador es mayor. Cada uno en su tiempo abandonó a sus votantes, que fueron muchos. Ambos siguen dañando a la democracia. ¡Ya cállense!. Con ellos quedó claro que en México la ley no se cumple ni se respeta. Se viola cotidianamente desde lo más alto del poder político.

Se ha declarado una guerra sin cuartel a la aspirante presidencial opositora que representa una oferta electoral competitiva. Hoy se utiliza todo el aparato del estado para denostar, intimidar y amenazar a Xóchitl Gálvez, empezando por el Presidente. Hace 18 años Fox tomo un camino similar para perjudicar a Lopez Obrador y creo que hasta hoy, no sabe lo que hizo. Pero que se puede esperar de un hombre que llegó a ser presidente sin haber leído un libro completo.

Sumen las voces como la del senador Gabriel Garcia, que pide apuñalar a la rival; Pablo Gómez presagiando el Armagedón si Xóchitl se vuelve factor de riesgo para la continuidad de este gobierno desastroso. Que grave que diga eso el funcionario que tiene a su cuidado la investigación y la inteligencia financiera del País. Los impresentables Manuel Alejandro Robles y Victor Hugo Romo, diputado y exalcalde respectivamente, anuncian el estelar inicio en las campañas políticas del uso faccioso de las fiscalías de Gertz y Godoy, que bajo la falacia de la “autonomía”, serán los arietes para descarrilar cualquier intento de que alguien pueda convertirse en un riesgo electoral para los planes dictatoriales o por lo menos transexenales del Caudillo. Eso de inventar delitos se les da muy fácil, responden sin demora. Pero cuando son ellos o los suyos los denunciados, como dicen, están buenos para traer la muerte: nunca llega.

Esos ejemplos son parte de nuestro lumpen político. Oportunistas que traicionan sin otra convicción que su propio interés. Lo grave de este circo, es que el presidente dio la orden de acabar con cualquiera que represente un riesgo a la rendición de cuentas y a la extensión de su mandato por medio de una corcholata. Políticos sin ética, sin otra convicción que el presupuesto y el puesto. Políticos payasos que no merecen dirigir este País porque han evidenciado ser peores, mucho peores que aquellos que reemplazaron. Tampoco queremos ni merecemos el regreso del viejo régimen.  Así, ni Fox ni AMLO, deben intervenir en las campañas, precampañas o como quiera que se llamen y todavía dicen que son otros los que hacen politiquería.

Por Carlos Román.

Por Editor

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