Estoy convencido de que la suerte existe y es un factor fundamental en nuestras vidas. También estoy seguro de que todas las decisiones que tomamos producen consecuencias que muchas veces queremos pero que muchas otras, aunque así lo deseáramos, no pueden estar sujetas a nuestra voluntad y control.
La disciplina, el trabajo duro, la superación constante y la tenacidad son elementos que van a marcar nuestra vida, que nos van a permitir y seguro ayudar para tener acceso a circunstancias que deseamos hacer realidad. Pero muchas veces ese control que sentimos tener sobre nuestros actos no es más que una mera ilusión, que se confirma cuando algo de la noche a la mañana transforma lo hecho en años de esfuerzo y nos cambia para situarnos en una nueva realidad, que siempre quisimos evitar, pero en el que la suerte ahí nos puso.
El azar juega y muchas veces es el que determina situaciones irreversibles que pueden ser bendiciones o aflicciones y sufrimientos por las consecuencias de esa buena o mala fortuna.
Decimos que las malas cosas pasan por estar en el lugar equivocado, en el momento equivocado, pero por el contrario, en lo bueno decimos que se debe al fruto de nuestra inteligencia y trabajo. Hacemos responsable de lo malo al factor suerte. La adversidad es huérfana.
Cómo no podemos predecir el futuro, buscamos en la suerte las explicaciones de lo que no entendemos. Aunque tengamos una gran devoción por satisfacer nuestras inquietudes para siempre conocer más, tendremos que saber vivir con la incertidumbre y entender que la suerte juega en muchos aspectos de nuestra vida, pero ¡sin duda juega!
Los descubrimientos científicos, el acceso a la información, la comunicación instantánea de lo que pasa en el mundo, por supuesto que son factores que permiten establecer caminos y condiciones para querer o esperar resultados que podamos controlar, pero siempre quedará en el azar la última palabra de cada historia.
Tomar decisiones nos permite ejercer nuestra libertad, pero el uso de la libertad siempre tiene un precio y las decisiones que tomamos muchas veces modifican nuestra vida. El riesgo de usar la libertad es decidir mal, equivocarnos y tener que aceptar las graves consecuencias de nuestros errores. Considero que nada se puede hacer sin pagar el precio de nuestra elección y, en ese precio, en ocasiones la suerte juega un papel fundamental.
Paradójicamente, en ocasiones la suerte decide el camino por nosotros. A veces no queremos elegir, sin embargo las consecuencias de las decisiones siempre serán para el que por miedo a ejercer su libertad, pide que decidan por él. La suerte te puede hacer ganar fortuna, dinero, fama y una posición envidiable en la sociedad. Queremos siempre buena suerte, pero a veces esa suerte que te hizo ganar fortuna y ayudó a construir paraísos artificiales, los puede cambiar por infiernos muy reales, que como en la Divina Comedia del Dante, se transforman en los nueve círculos del averno, en los que el alma de Virgilio fue testigo de los terribles castigos a los pecadores a los que la suerte y Dios abandonaron para siempre. Y así, a todos mis queridos lectores les deseo buena, muy buena suerte.
por Carlos Román.