El poder es sin lugar a dudas una forma de dominación; tiene la lógica de que quien lo detenta va a tratar de imponer su voluntad, su pensamiento o su visión del mundo a sus gobernados. El poder encuentra en un sistema democrático límites, pesos y contrapesos que no permiten actos autoritarios o dictatoriales, así sea en el nombre de los pobres, del pueblo, del bienestar o del bien común, por citar algunos ejemplos, porque siempre habrá quien busque una excusa, un discurso o una ideología para detentar un poder total, sin límite, sin ley: sin rendición de cuentas.
En una democracia quienes detentan el poder tienen una enorme responsabilidad al igual que la oposición que busca llegar a obtenerlo con votos en las elecciones. El gobierno y la oposición tienen hoy como ayer una enorme responsabilidad y un reto formidable para preservar un sistema político que mal que bien es el que creemos que mejor funciona para todos, porque ha sido la causa de tres alternancias de gobierno importantes que desgraciadamente no han cumplido con lo que prometieron, pero es el único camino para que en verdad suceda algo bueno…algún día.
México tiene enormes problemas y grandes retos por delante. Venimos padeciendo los costos de una pandemia que quiérase o no, ha logrado que la pobreza, el desempleo y el desarrollo sean peores que hace cuatro años. El costo por pagar es muy alto y si a esto sumamos un discurso y acciones del gobierno que francamente van a ahuyentar inversiones, el futuro no se ve nada fácil.
A pesar de lo visto en el intento fallido de la reforma eléctrica, así como la nacionalización del litio, seguimos teniendo una economía de mercado, capitalista, aunque a muchos no les guste el término, y en la lógica del capital debemos exigir a los políticos que actúen con responsabilidad y con ética. La economía es una ciencia exacta, no perdona. Las leyes económicas no se pueden modificar, derogar o abrogar. El Gobierno debe invertir en seguridad, en educación, en salud y en infraestructura estratégica para el desarrollo del país. La oposición acaba de demostrar que puede tener el papel para el que está llamada en una democracia: defender la postura ideológica de los electores que votaron por ella, ser un dique a las equivocadas decisiones del gobierno y generar cuadros capaces que puedan en un momento determinado ser alternativa en las urnas, porque los actuales representantes de la oposición, salvo una o dos excepciones que confirman la regla, no tienen ni la capacidad ni la posibilidad hoy por hoy de ganar la presidencia de la república en el 2024.
En una sociedad cada día más polarizada por un discurso constante de confrontación hacia quienes piensan diferente, se requiere de una oposición que debe ganar espacios para tratar de frenar esa erosión en nuestra convivencia que pudiera llevar a perder la cohesión como sociedad y con ello romper el tejido social, lo que podría ser catastrófico, porque todos tenemos algo o mucho que perder.
Hoy más que nunca necesitamos unidad de esfuerzos sociales y una oposición inteligente que evite y nos proteja de caer al abismo.
Transitorios
1.- El número de votos obtenidos en la ratificación que no revocación de mandato a favor del Presidente de la República no es menor, aunque así lo quieran vender sus detractores. Es un número muy considerable de sufragios que ratifica la astucia del Presidente en los procesos electorales.
2.- Utopía, y no precisamente hablando en los términos de la obra de Santo Tomás Moro, es el apartado de la descripción de lo que significa el “Estado de Derecho” en el Plan Nacional de Desarrollo 2019 2024. Muy lejos estamos de esa aspiración programática planteada y ofrecida como política de estado para el presente sexenio.
Por Carlos Román.