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Imagina un futuro donde el tratamiento contra el cáncer sea tan sencillo como encender una luz. Aunque suena a ciencia ficción, un equipo de investigadores de la Universidad de Texas en Austin y la Universidad de Oporto está haciendo que esta visión se acerque cada vez más a la realidad. ¿La clave? Una ingeniosa combinación de nanoflakes de óxido de estaño y la humilde luz LED. Este avance no solo es emocionante por sus resultados, sino también por su potencial para hacer los tratamientos más seguros, económicos y accesibles. Es un recordatorio de que la ciencia nunca deja de sorprendernos con soluciones donde menos las esperamos.

Actualmente, cuando hablamos de combatir el cáncer, la quimioterapia y la radioterapia son los tratamientos más conocidos. Sin embargo, no son una solución perfecta, ya que a menudo atacan tanto a las células malignas como a las sanas, provocando efectos secundarios muy duros. Esto nos impulsa a buscar tratamientos más específicos, que sepan distinguir a quién atacar y a quién dejar en paz. La inmunoterapia y técnicas como CAR-T ya están dando pasos en esa dirección, personalizando el tratamiento y afinando la puntería, pero aún hay mucho terreno por explorar. Aquí es donde entra en juego una técnica prometedora que está captando la atención: la terapia fototérmica (PTT).

La PTT funciona inyectando nanomateriales directamente en un tumor y luego calentándolos con luz para destruir las células cancerosas de manera selectiva. El desafío ha sido siempre encontrar los materiales adecuados y una fuente de luz que no sea costosa ni dañina para el tejido sano. ¡Y aquí es donde nuestros científicos han dado en el clavo! Han desarrollado unos nanoflakes de óxido de estaño, unas láminas diminutas, casi invisibles, que tienen una habilidad increíble: se calientan cuando se exponen a luz infrarroja de LEDs de bajo costo. Lo mejor es que estos nanoflakes se producen a partir de un material abundante y barato, el disulfuro de estaño, mediante un proceso ecológico. Una vez inyectados, los LEDs hacen su magia, elevando la temperatura de los tumores de 37°C a 50°C en tan solo 30 minutos, eliminando las células malignas sin afectar a las saludables. Además, esta radiación de LED es muy segura y no daña la piel, a diferencia de otras terapias, lo que la hace accesible incluso para países en desarrollo.

Los resultados iniciales de este estudio son realmente esperanzadores. En pruebas de laboratorio, esta técnica no tuvo ningún efecto negativo en las células sanas, pero demostró una capacidad impresionante para reducir las colonias de células cancerosas. Por ejemplo, se logró una reducción del 92% en la viabilidad de células de cáncer de piel y un 50% en cáncer colorrectal. Esta investigación no solo nos da un material más eficaz, sino que valida el uso de fuentes de luz más seguras y económicas. Los propios investigadores sugieren que en el futuro, tratamientos como el cáncer de piel podrían ser autoadministrados en casa, lo que representaría un antes y un después para la calidad de vida de los pacientes y para los sistemas de salud. Claro, aún falta un largo camino de investigación, quizás una década o más, para que esto sea una realidad palpable, pero cada avance nos acerca a ese día en que el cáncer sea una enfermedad del pasado. Sin duda, es un gran paso hacia un futuro más luminoso.

Por Editor