St. Basil's Cathedral Moscow

En un movimiento que recuerda los tiempos más oscuros de la historia europea, Rusia ha puesto en marcha una serie de acciones que han llevado a las principales potencias del continente a revisar su capacidad hospitalaria, algo que no ocurría desde el final de la Segunda Guerra Mundial. La tensión en el Báltico se ha intensificado con incursiones aéreas rusas que han afectado a Polonia, Rumanía, Estonia y, más recientemente, Dinamarca, donde el cierre de aeropuertos dejó a miles de pasajeros varados. La OTAN ha elevado su nivel de alerta mientras Moscú parece estar probando la cohesión de la alianza en una región estratégicamente sensible.

Francia y Alemania han comenzado preparativos hospitalarios que revelan la creciente preocupación por un posible escenario bélico. En Francia, una carta del Ministerio de Sanidad solicitaba a los hospitales prepararse para atender a “varios miles de soldados” para marzo de 2026, generando controversia aunque las autoridades aclararon que se trata de planificación preventiva. Alemania, por su parte, está calculando que podrían necesitar atender hasta 1,000 soldados heridos por día en caso de un conflicto abierto con Rusia, un escenario que algunos analistas sitúan alrededor de 2029. La guerra en Ucrania ha cambiado radicalmente el tipo de lesiones que enfrentarían los sistemas sanitarios, con drones y explosivos causando amputaciones y traumatismos múltiples en lugar de las tradicionales heridas de bala.

La preparación médica se ha vuelto una prioridad estratégica. Alemania planea reservar 15,000 camas de su capacidad total de 440,000 para posibles heridos de guerra, mientras estudia ampliar sus capacidades de evacuación médica con trenes hospital, autobuses y aeronaves sanitarias. Esta planificación refleja lecciones aprendidas de Ucrania, donde las evacuaciones inmediatas se han vuelto casi imposibles debido a la constante amenaza de drones en el llamado ‘corredor de muerte’ a 10 kilómetros del frente. La coordinación entre servicios médicos militares y civiles será esencial, requiriendo una expansión significativa del personal sanitario militar.

Este regreso a la planificación de guerra industrial representa un cambio fundamental en la mentalidad de defensa europea. Aunque ningún país desea un conflicto, la preparación hospitalaria envía un mensaje claro: Europa reconoce la posibilidad de un choque directo con Rusia y asume que, de producirse, requeriría movilizar toda su infraestructura médica nacional. En un continente que había dejado atrás estos escenarios desde 1945, la sombra de la guerra obliga a prepararse para lo impensable, demostrando que la defensa moderna incluye no solo armas y soldados, sino también camas de hospital y sistemas de evacuación eficientes.

Por Editor