Durante mucho tiempo, el consumo de té en México se ha relacionado con la medicina tradicional, la curación a través de rituales y la administración de plantas medicinales. En la cultura ancestral china, se dice que, a través de los tés, se pueden aliviar todos los males del cuerpo y el espíritu. Los antepasados, solían practicar remedios a base de hierbas y té.[1]
En nuestro México, el té, representa toda una tradición cultural. Las flores y hojas que se utilizan para preparar varios tés contienen compuestos químicos que pueden influir en el cuerpo humano de muchas formas. Actualmente, encontramos diferentes mezclas de infusiones preparadas (de forma personalizada), en nuestros mercados agrícolas y rurales.
En rigor, la palabra té, hace referencia a la bebida preparada con hojas de Camellia sinnensis, de la que se derivan las variedades básicas: verde, blanco, oolong, rojo y negro.[2] Sin embargo, en México, en términos culturales y prácticos, llamamos té, a cualquier infusión que se prepara sumergiendo en agua muy caliente, sin hervir, alguna sustancia vegetal, como hojas, flores, frutos o cortezas de determinadas plantas. Esta mezcla, se deja reposar unos minutos con el objetivo de que se disuelvan las partes solubles de la planta, y se extraigan todas sus propiedades por efecto del calor.
Las infusiones más utilizadas son manzanilla, limón, valeriana, jazmín, canela, menta e hibisco.2
Grandes empresas nacionales e internacionales han introducido el consumo de té verde, chai y matcha, incluyendo con ellos diferentes bebidas y productos alimenticios. Pero se han posicionado, para un segmento poblacional de poder adquisitivo medio y alto.
Llama la atención que, en México, el consumo de té per cápita por año se mantuvo en 7.8 tazas en 2011 y Euromonitor estima que para el 2021 el consumo apenas llegará a 8 por persona. Citando textualmente: “Los mexicanos consumen entre 15 y 50 gramos de té al año, considerando que una bolsa comercial contiene alrededor de 2 gramos. Aunque el consumo continúa siendo uno de los rangos más bajos de ingesta a nivel mundial, se estima que el crecimiento anual es del 4%, en México”.[3]
En cuanto a sus propiedades y beneficios, aunque el té no es equivalente o reemplazo de alimentos como frutas y verduras de la dieta; la ciencia ha estudiado esta bebida, porque tiene alta concentración de antioxidantes. La gran sommelier de té Gabriela Lombardi (2017) asegura que “la actividad antioxidante de dos tazas de té es equivalente a siete vasos de jugo de naranja, cinco cebollas o cuatro manzanas medianas”.1
Debemos recordar también que el té, preparado con agua promueve el mantenernos bien hidratados. Y si éste se toma sin endulzar, no provee de contenido calórico alguno.
Otro punto importante del té, es su contenido de cafeína, el cual no solamente la obtenemos de la planta del café, o del consumo de una taza de café. Esta sustancia, está presente en muchas plantas y bebidas; el té negro, rojo, verde, Pekoe naranja y blanco contienen cafeína. Un dato curioso es que la guaraná (planta del Brasil) contiene más cafeína que la propia planta del café. La cantidad de cafeína presente en cada taza de té depende de la preparación y también del tamaño de la porción. Entre sus múltiples aportes, la cafeína activa las neuronas de noradrenalina y parece afectar la liberación local de dopamina (hormona de la felicidad)[4].
“La primera taza humedece mis labios, la segunda destruye mi soledad, la tercera me hace olvidar lentamente los tropiezos de la vida, la cuarta purifica mi alma, la quinta me eleva al reino de los dioses que me ignoran”[5]
Sabio chino, maestro de té de la dinastía Tang.
Por Marien Garza, Miembro del Consejo Consultor de Nutriólogos de Herbalife Nutrition