Imagina que estás esperando un trasplante de hígado que podría salvar tu vida, pero el órgano disponible se pierde porque el donante no fallece en el tiempo exacto necesario. Esta situación frustrante ocurre en casi la mitad de los casos de donación tras muerte circulatoria, donde se extraen órganos de pacientes que han tenido una parada irreversible del corazón y la respiración. La ventana de oportunidad es extremadamente estrecha: solo entre 30 y 45 minutos desde que se retira el soporte vital hasta el fallecimiento. Si este tiempo se excede, el hígado deja de ser viable para trasplante, dejando a otra persona en lista de espera. Afortunadamente, investigadores de la Universidad de Stanford han desarrollado una solución que está revolucionando este proceso crítico.

El equipo de Stanford, liderado por el profesor Kazunari Sasaki, creó un modelo de inteligencia artificial que predice con notable precisión si un donante fallecerá dentro del periodo necesario para mantener la viabilidad del órgano. Lo más impresionante es que este sistema redujo en un 60% las extracciones infructuosas, aquellas donde se inician todos los preparativos para el trasplante pero el fallecimiento ocurre demasiado tarde. La herramienta utiliza Light Gradient Boosting Machine (LightGBM), un framework de código abierto creado por Microsoft, y fue entrenada con datos de 2,221 donantes de seis centros de trasplantes en Estados Unidos. La IA analiza parámetros neurológicos, bioquímicos, respiratorios y circulatorios para hacer sus predicciones, demostrando ser más precisa que los métodos tradicionales y que las estimaciones de cirujanos especializados.

En las pruebas realizadas, publicadas en la revista Lancet Digital Health, el modelo anticipó correctamente el momento del fallecimiento en el 75% de los casos, superando significativamente el 65% de precisión de los cirujanos. Una de sus ventajas más valiosas es que puede ofrecer predicciones confiables incluso sin contar con el historial clínico completo del paciente, y puede personalizarse según las necesidades específicas de cada centro médico. El profesor Sasaki enfatiza que esta tecnología no solo hace más eficiente el proceso de trasplante, sino que también reduce la carga financiera y operativa para los hospitales. Su equipo ya está trabajando en adaptaciones del modelo para aplicarlo en trasplantes de corazón y pulmón, expandiendo su potencial para salvar más vidas.

Esta innovación representa un avance significativo en la lucha contra la escasez de órganos para trasplante. En un mundo donde la demanda supera ampliamente la oferta, cada órgano que se logra preservar significa una vida que puede ser salvada. La inteligencia artificial está demostrando ser una aliada poderosa en la medicina, no reemplazando el criterio humano sino complementándolo con herramientas que mejoran la toma de decisiones. Como señaló el doctor Sasaki, con herramientas como esta podríamos avanzar hacia un futuro donde todas las personas que necesiten un trasplante puedan recibir un órgano de un donante fallecido, reduciendo significativamente las listas de espera y dando esperanza a miles de pacientes y sus familias.

Por Editor