Imagina por un momento que tienes un radio walkie-talkie, pero en lugar de transmitir en la frecuencia asignada para hablar, ¡está enviando mensajes en la banda reservada para escuchar! Algo similar, pero a una escala mucho mayor y más compleja, es lo que parece estar ocurriendo con una flota de satélites espía construidos por SpaceX para la Oficina Nacional de Reconocimiento (NRO) del gobierno de EE. UU. Estos satélites, conocidos como Starshield, están en el ojo del huracán espacial por emitir señales en una dirección inesperada, generando más preguntas que respuestas.
La curiosa situación fue destapada por Scott Tilley, un tecnólogo en ingeniería y astrónomo de radio aficionado con sede en la Columbia Británica, Canadá. A finales de septiembre o principios de octubre, mientras trabajaba en otro proyecto, Tilley se topó con estas emisiones anómalas. Para su sorpresa, identificó alrededor de 170 satélites Starshield de SpaceX que estaban enviando señales desde el espacio hacia la Tierra en una banda de frecuencia (específicamente la de 2025–2110 MHz) que, por acuerdos internacionales, está designada principalmente para transmisiones de la Tierra al espacio (uplink) o entre satélites. Es decir, es una banda donde los satélites deberían estar “escuchando”, no “hablando” tan fuerte. Tilley pudo confirmar estas emisiones sobre Canadá, Estados Unidos y México, y dada la naturaleza global de la constelación Starshield, es probable que estas señales se estén propagando por muchos otros países.
La situación se vuelve aún más interesante porque esta banda de frecuencia es utilizada por entidades importantes como la NASA y la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) en EE. UU., así como por operadores no gubernamentales, incluyendo los vehículos de transmisión de noticias que utilizan antenas parabólicas para enlazar desde ubicaciones remotas. Según Tilley, si tienes una “ruidosa constelación de señales” saturando estas frecuencias, existe un potencial real de interferir con la recepción de las señales que las estaciones terrestres dirigen a otros satélites en órbita. Aunque hasta ahora no se han reportado quejas públicas de interferencia, el hecho de que estas emisiones estén ocurriendo y su propósito sea desconocido, resalta una preocupante falta de transparencia en la gestión del espectro radioeléctrico por parte del gobierno de EE. UU. Además, sugiere una posible falla en la coordinación del uso del espectro con otras naciones, lo cual es fundamental en un entorno tan global como el espacio.
Este descubrimiento nos recuerda la importancia de la vigilancia y la cooperación internacional en el espacio. El cielo ya no es un lugar vacío, sino un entorno cada vez más congestionado donde cada “voz” necesita su propio espacio para evitar el caos. La expansión de las capacidades de vigilancia satelital es una realidad, pero debe ir de la mano con la transparencia y el cumplimiento de las regulaciones internacionales. Es esencial que las agencias gubernamentales y las empresas privadas trabajen juntas para asegurar que nuestras “autopistas espaciales” se mantengan ordenadas y funcionales para todos. ¿Qué otras sorpresas nos esperan en las profundidades del espacio y en las frecuencias que lo atraviesan? Solo el tiempo, y quizá otros “cazadores de señales” como Scott Tilley, lo dirán.

