En medio del bullicio urbano de la Ciudad de México, un milagro ecológico está ocurriendo silenciosamente. El Parque Ecológico Lago de Texcoco, uno de los espacios verdes urbanos más grandes del mundo con más de 143 millones de metros cuadrados, está demostrando que la naturaleza tiene una increíble capacidad de recuperación cuando le damos una oportunidad. Lo que alguna vez fue destinado a ser un aeropuerto internacional, hoy se transforma en un santuario natural que promete cambiar el futuro ambiental de toda la región.

El arquitecto Iñaki Echeverría, director del proyecto, explica que enfrentaron una disyuntiva crucial: resolver todos los problemas de accesibilidad o crear primero el destino ecológico. Optaron por lo segundo, priorizando la restauración del ecosistema sobre la infraestructura de transporte. Esta decisión estratégica ha permitido que las lluvias recientes inunden naturalmente las tierras, atrayendo de vuelta a más de 150,000 aves migratorias anuales que viajan por la ruta del centro del continente. El parque no solo alberga el 60% de la diversidad de aves del Estado de México, sino que funciona como un regulador climático natural, capaz de capturar casi 1.5 millones de toneladas de carbono al año.

La filosofía detrás de este proyecto revolucionario es lo que Echeverría llama ‘ingeniería viva’ o ‘infraestructura suave’, un enfoque que fusiona diseño con ingeniería y prioriza la flexibilidad sobre los planes rígidos. En lugar de construir humedales pieza por pieza, el equipo reconectó nueve ríos que alimentan la zona, permitiendo que la naturaleza haga su trabajo. Esta metodología ha permitido recuperar cuerpos de agua fundamentales como Ciénega de San Juan y el Lago Nabor Carrillo, esenciales tanto para aves migratorias como para especies locales en peligro.

Lo más inspirador de este proyecto es su mensaje de esperanza frente a la crisis climática. Como reflexiona Echeverría, ‘la buena noticia es que como hacemos las cosas tan mal, se pueden arreglar mucho’. El Parque Ecológico Lago de Texcoco demuestra que incluso los daños ambientales más severos pueden revertirse cuando existe voluntad política y enfoques innovadores. Este espacio no es solo un parque, sino un testimonio vivo de que el equilibrio entre desarrollo urbano y conservación natural es posible, ofreciendo un modelo replicable para otras megaciudades del mundo.

Por Editor