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Hola comunidad tecnológica, ¿alguna vez te has preguntado si la inteligencia artificial realmente nos está haciendo más productivos o simplemente nos está llenando de trabajo vacío? Esta semana nos enfrentamos a una realidad incómoda: mientras las grandes empresas compiten por desarrollar la AGI (Inteligencia Artificial General), nuestro día a día se ve invadido por el ‘workslop’ – ese contenido pulido pero sin sustancia que nos hace perder horas valiosas. Al mismo tiempo, Hollywood enfrenta su propia revolución con la llegada de actores sintéticos que ya negocian contratos como cualquier estrella humana. La línea entre lo auténtico y lo artificial se desdibuja rápidamente, y debemos preguntarnos: ¿estamos construyendo un futuro más eficiente o simplemente más artificial?

El workslop se ha convertido en una epidemia silenciosa en las oficinas. Según investigaciones de Stanford y BetterUp Labs, el 41% de los trabajadores ha encontrado contenido generado por IA que parece brillante pero carece de sustancia en el último mes. Lo más preocupante es que cada pieza de workslop consume en promedio 116 minutos de nuestro tiempo en descifrarlo o rehacerlo, lo que se traduce en aproximadamente 186 dólares mensuales por trabajador en productividad perdida. Pero el daño va más allá del tiempo y dinero: el workslop erosiona la confianza entre colegas y hace que quienes lo envían sean percibidos como menos confiables y creativos. Mientras tanto, en el mundo del entretenimiento, el estudio Xicoia ha revelado que su actriz generada por IA, Tilly Norwood, está en negociaciones con múltiples agencias de talento, provocando un llamado al boicot por parte de actores humanos.

La batalla se extiende a todas las plataformas digitales. YouTube, en su 20º aniversario, apuesta fuerte por la IA generativa como su próximo gran salto, mientras OpenAI prepara su propia aplicación social de videos generados por Sora 2 que competirá directamente con TikTok. La tesis de estas plataformas es que la ‘autenticidad humana’ y el contenido de calidad seguirán prevaleciendo, pero ¿qué sucede cuando la capacidad de la IA para producir contenido visualmente perfecto a velocidad infinita inunda nuestras pantallas? Si la cámara es reemplazada por el prompt, ¿la originalidad humana seguirá marcando la diferencia? Paralelamente, vemos cómo Apple lidia con retrasos masivos en la renovación de Siri mientras OpenAI introduce medidas de seguridad para adolescentes y se lanza al e-commerce con sistemas de compras agentic.

Frente a este panorama, encontramos esperanza en propuestas alternativas como ‘Soñarán en el jardín’, la colección de cuentos de ciencia ficción latinoamericana de Gabriela Damián Miravete. Esta obra premiada imagina un futuro en México donde la tecnología se utiliza para traer de vuelta a la vida, en memoriales, a las víctimas de feminicidios. Nos recuerda que la tecnología no tiene que ser una fuerza de mercado; puede convertirse en una herramienta de sanación colectiva. La verdadera pregunta no es si usaremos la IA, sino para qué fines la emplearemos: ¿para crear workslop que erosiona nuestra productividad y confianza, o para construir futuros donde la tecnología sirva a la memoria y la justicia? La elección es personal, pero el impacto será global.

Por Editor