En un movimiento que refleja la creciente tensión tecnológica entre potencias globales, China ha decidido bloquear la adquisición de chips de inteligencia artificial fabricados por Nvidia entre sus empresas más importantes. Esta medida, impulsada por el regulador de internet chino, busca fortalecer la industria local de semiconductores y reducir la dependencia de tecnología extranjera, especialmente en el crítico campo de la IA donde Estados Unidos lleva ventaja.

La Administración del Ciberespacio de China (CAC) notificó esta semana a compañías como ByteDance y Alibaba que deben suspender inmediatamente las pruebas y pedidos del RTX Pro 6000D, un producto especialmente diseñado por Nvidia para el mercado chino. Según fuentes cercanas al matter, varias empresas habían planeado adquirir decenas de miles de estas unidades y ya habían iniciado procesos de verificación con los proveedores de servidores de Nvidia. La prohibición supera las directrices anteriores que se centraban en el chip H20, también exclusivo para China, y llega después de que los reguladores determinaran que los chips domésticos han alcanzado un rendimiento comparable al de los modelos de Nvidia utilizados en el país.

Jensen Huang, director ejecutivo de Nvidia, expresó su decepción pero también comprensión ante la situación durante una conferencia en Londres. “Solo podemos servir a un mercado si el país así lo desea”, comentó Huang, añadiendo que esperaba discutir la capacidad de la empresa para hacer negocios en China durante la visita de estado de Donald Trump al Reino Unido. El directivo reconoció que existen “agendas más grandes” entre China y EE. UU. que trascienden los intereses comerciales inmediatos.

Este bloqueo representa otro capítulo en la guerra tecnológica entre China y Estados Unidos, donde la inteligencia artificial se ha convertido en el campo de batalla principal. Beijing presiona activamente a sus compañías tecnológicas para que impulsen la industria nacional de semiconductores y rompan su dependencia de Nvidia, buscando autonomía estratégica en una carrera donde la soberanía tecnológica podría definir el equilibrio de poder global en las próximas décadas.

Por Editor