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Imagina un país donde la tasa de natalidad es tan baja que los expertos advierten sobre su posible desaparición. Ese es el panorama desolador que enfrenta Corea del Sur, con apenas 0.72 hijos por mujer, la cifra más baja registrada a nivel global. Después de años de intentos fallidos con cheques bebé y políticas educativas innovadoras, el gobierno surcoreano ha tomado una medida que refleja la profundidad de su crisis demográfica: la importación de niñeras extranjeras como parte de una estrategia desesperada para revertir esta tendencia alarmante.

El programa comenzó con la contratación de 100 niñeras filipinas y se expandirá a aproximadamente 1,200 para la primera mitad de 2025. Estas cuidadoras, mujeres entre 24 y 38 años con certificación oficial del gobierno filipino y capacitación en cuidado infantil, tareas domésticas y coreano básico, ingresan al país con visas E-9 para empleos no profesionales. El programa piloto, restringido inicialmente a residentes de Seúl, ofrece servicios de cuidado infantil asequibles durante seis meses a familias con niños menores de 12 años, hogares monoparentales y aquellos con múltiples hijos. Sin embargo, la asequibilidad del programa ha generado dudas significativas, ya que contratar una niñera extranjera durante ocho horas diarias podría costar alrededor de 2.38 millones de wones mensuales, casi la mitad del ingreso promedio de los hogares coreanos.

La iniciativa no ha estado exenta de controversia. En 2023, el alcalde de Seúl propuso contratar niñeras extranjeras por aproximadamente 1 millón de wones mensuales, muy por debajo del salario mínimo surcoreano, mientras que un diputado sugirió excluir a estas trabajadoras de la ley de salario mínimo, argumentando que sus remuneraciones deberían alinearse con los estándares de sus países de origen. Estas propuestas han sido fuertemente criticadas por activistas laborales y organizaciones de derechos humanos, que las consideran violatorias de las normas de la Organización Internacional del Trabajo. A pesar de estas polémicas, el gobierno persiste en su objetivo de aliviar la carga del cuidado infantil para permitir que más mujeres se incorporen al mercado laboral, considerando esto esencial para mejorar la tasa de natalidad.

Esta medida representa un experimento social sin precedentes que mezcla demografía, economía y derechos laborales en un esfuerzo por salvar el futuro de una nación. Corea del Sur ha invertido 380 billones de wones durante 17 años en incentivos para la natalidad sin éxito, y ahora apuesta por soluciones transnacionales para un problema que afecta su misma existencia. El tiempo dirá si las niñeras extranjeras pueden realmente transformar la estructura familiar surcoreana o si simplemente son otro parche temporal en una crisis que requiere cambios más profundos en la sociedad y la cultura laboral del país.

Por Editor