Imaginen un país pequeño, densamente poblado y ¡super rico! Suena a mercado inmobiliario carísimo, ¿verdad? Pues piensen en Singapur. A pesar de sus rascacielos imponentes y su economía pujante, la gran mayoría de sus familias son propietarias de su casa. ¿Cómo lo lograron? Es una historia fascinante que mezcla planificación estatal, ingeniosos sistemas de ahorro y un poco de… ¡paradoja!

La clave está en la Junta de Vivienda y Desarrollo (HDB, por sus siglas en inglés). Creada en 1960 para combatir una crisis de vivienda, la HDB se convirtió en un gigante constructor de viviendas públicas. No hablamos de edificios grises y aburridos; se trata de comunidades bien planificadas, con parques, áreas verdes y una mezcla equilibrada de grupos étnicos. Desde 1964, la HDB ha ofrecido apartamentos subsidiados a familias de ingresos medios y bajos, impulsando la tasa de propiedad a niveles impresionantes (¡alrededor del 90%!). Pero, ¿cómo es posible? La fórmula incluye contratos de arrendamiento de 99 años, un sistema de asignación llamado Build-to-Order (BTO) que asegura precios subvencionados y un Fondo Central de Previsión (CPF) que obliga a los trabajadores a ahorrar para la jubilación, la salud ¡y la casa propia!

El CPF es un elemento crucial. Los empleados aportan el 20% de su salario, y sus empleadores, otro 17%. Este ahorro obligatorio, inutilizable para alquileres, impulsa a las familias a optar por la compra. El sistema también incluye ayudas para la primera vivienda y penaliza la acumulación de propiedades, evitando la especulación. Claro que no todo es perfecto. El sistema enfrenta desafíos como las pérdidas millonarias de la HDB para cubrir subsidios, largos tiempos de espera para obtener una vivienda y un mercado de reventa con precios en constante aumento. También se observa una arquitectura que prioriza las parejas casadas, lo que complica las cosas para los jóvenes solteros que buscan independencia.

Singapur nos muestra un ejemplo de cómo la planificación gubernamental, combinada con ingeniosos sistemas de ahorro y una visión a largo plazo, puede lograr que el sueño de la casa propia sea una realidad para la gran mayoría de la población. Si bien su modelo no es perfecto y presenta retos, su éxito en un país con características tan particulares nos invita a reflexionar sobre las posibles soluciones que podrían aplicarse en otras partes del mundo para enfrentar la crisis de vivienda. El futuro de la vivienda, al parecer, puede ser un poco más ‘singapurense’ de lo que pensamos.

Por Editor