El turismo es uno de los motores más relevantes de la economía mexicana, aportando no solo ingresos y empleos, sino también la posibilidad de proyectar una imagen positiva de México ante el mundo. Sin embargo, hace casi seis años, el gobierno federal eliminó la promoción turística a nivel nacional e internacional,  afectando gravemente la visibilidad y competitividad del país en este sector. En un entorno tan dinámico y competitivo como el turismo, la promoción es una herramienta indispensable para sostener y aumentar la presencia de México en el mercado global. No obstante, la falta de políticas de promoción es solo una parte del problema. La creciente inseguridad y violencia representan amenazas profundas y difíciles de erradicar, que afectan la percepción y, en última instancia, la viabilidad del turismo en nuestro país.

El turismo contribuye aproximadamente con el 8.5% del Producto Interno Bruto (PIB) y emplea a cerca de 4.5 millones de personas. Es, junto con las remesas y el petróleo, una de las principales fuentes de ingreso de divisas para México. Sin embargo, la Secretaría de Turismo Federal parece haber desaparecido de la conversación pública. La falta de presencia y acción de esta dependencia deja en evidencia la ausencia de estrategias sólidas para enfrentar los retos actuales del sector.

El aumento de la violencia en algunas de las regiones turísticas más reconocidas ha empezado a dañar la reputación de México como destino atractivo. Lugares emblemáticos como Cancún, Tulum y Acapulco, que antes gozaban de alta demanda, han experimentado una disminución en el número de visitantes debido a la percepción de inseguridad.

La desaparición del Consejo de Promoción Turística de México (CPTM) agravó esta situación, creando un vacío significativo en la estrategia de promoción internacional. Este organismo era el responsable de coordinar campañas en los mercados más importantes como Norteamérica y Europa, promoviendo a México de manera organizada y sostenida en estos lugares. Sin una política pública efectiva en esta materia, los esfuerzos de promoción se han fragmentado y carecen de la continuidad necesaria, lo que reduce la visibilidad de nuestros destinos frente a competidores que sí cuentan con estrategias consolidadas.

La combinación de la falta de promoción y el problema de la violencia sitúa a México en una posición vulnerable ante otros destinos que ofrecen entornos más seguros y que invierten en campañas de promoción continuas. Países como España y Estados Unidos no solo dedican importantes recursos a la atracción de turistas, sino que también refuerzan la seguridad en sus principales destinos. Mientras México no logre fortalecer ambos aspectos, la captación de turistas y la derrama económica seguirán en riesgo, lo que amenaza directamente a localidades dependientes del turismo.

Más allá de los beneficios económicos, la promoción turística ayuda a proyectar una imagen positiva del País que contrarreste en algo la percepción negativa derivada de la inseguridad. Tenemos una riqueza natural y cultural inigualable,  promocionarlas nos permite que seamos reconocidos por lo bueno que ofrecemos y no marginados por las noticias alarmantes sobre la violencia y los escenarios dantescos que vivimos a diario. La desconfianza ahuyenta al turista.

Para México, invertir en la promoción turística y en la seguridad no es un lujo, sino una necesidad urgente. La participación en ferias internacionales y en campañas de publicidad debe ir acompañada de políticas de seguridad efectivas que generen confianza. En un mercado turístico cada vez más competitivo, el país necesita demostrar sus fortalezas, desde la calidez de su gente hasta la diversidad de sus paisajes, asegurando que quienes visiten México se sientan seguros y bienvenidos.

Por Carlos Román.

Por Editor

Deja un comentario