Marcelo Ebrard fue discípulo de Manuel Camacho. El alumno está viviendo otra vez una sucesión presidencial que ya vivió y que nuevamente no terminó como hubiera deseado. Ahora López Obrador le hace a Marcelo lo que Salinas de Gortari le hizo a su mentor. En esencia lo mismo pero hoy, treinta años después, con otra forma: fue Claudia y no Marcelo.  

Lo cierto es que Marcelo nunca  tuvo posibilidad real de ser el candidato a la Presidencia, al menos no por MORENA.

Después del berrinche a Marcelo le espera la soledad política. Como decía un amigo de hace muchos años: “yo no me junto con los que deja el tren”  en alusión a un aspirante que no logró su anhelada candidatura. Así es la condición del político. Si decide ser candidato por Movimiento Ciudadano, no solo volverá a equivocarse, sino que perderá su poco o mucho capital político de años de lucha, aunque no de sufrimiento.

Por más ambición que se tenga, no sé puede terminar como un esquirol y menos aún hacerle el trabajo sucio a MORENA. ¡Así no Marcelo!

Los políticos son mentirosos, buenos actores y cambian con el sentido del viento. Son de moral relajada, pero dispuestos a pagar los costos que sean por cumplir sus aspiraciones. Pero entrar a una aventura que no tiene futuro ni viabilidad, podría facilitar la continuidad y la destrucción que este gobierno ha causado. Parece tragedia griega.

Resulta muy difícil para un político como Marcelo, renunciar a mantener vigente la imperiosa necesidad de existir políticamente, porque la simple existencia como persona no le alcanza.  Cualquiera menos enterado sabría que nuca tuvo ninguna oportunidad. Que difícil debe ser que tus correligionarios, aquellos sectarios, duros y dogmáticos, te acusen de ser el Avila Camacho del siglo XXI.

Ebrard busca afanosamente hacerse un espacio en el reacomodo de posiciones que está abriendo con su escisión de MORENA, si es que esta se da. A pesar de lo que diga el Presidente, ya no es un miembro de su club de amigos y eso no es fácil, pregúntenle a Monreal. 

Ebrard sabe bien que el sistema político mexicano a pesar de lo que digan, sigue siendo el de mayor capacidad de cooptación y por extensión de corrupción política. Salvo que se convierta en un caballo de troya para asegurar el triunfo de la 4T y quedar impune, Ebrard esta por vivir todo el peso de un sistema que desde hace tiempo, ha encontrado en el uso faccioso de la procuración de justicia, una herramienta fundamental para lograr ventajas indebidas en lo electoral. Ejemplos sobran, de ahí la fuerza imperial que hoy más que  nunca detenta la FGR y su titular.

Un hombre obsesionado con el poder como Marcelo, sabe que esta es su última oportunidad para ser Presidente, se va a jugar el todo por el todo aunque esta consciente de que no lo logrará. También sabe  que MORENA sin Lopez Obrador, dejará de tener sentido. En la próxima elección o gana Claudia o la 4T se acaba y se acaba mal. López obrador es el guía moral, es su caudillo. También debemos recordar que todos los partidos que nacen con un caudillo terminan su ciclo de existencia con la existencia del caudillo.

Verdadera urgencia tiene Dante Delgado por sumar a Marcelo. Tanta terquedad en ir con un candidato no tan propio, solo es la muestra sobre la cooptación y la corrupción de los políticos. Prostituir  a los partidos, eso parece. Por eso nadie les cree y menos confiamos en ellos.

Marcelo, si en verdad quiere trascender debería buscar más que una candidatura, una nueva gobernabilidad para la Nación. Sin odios, con humildad y sobre todo con sentido común. Los problemas personales se resuelven en otro lugar, no en el escaparate público.

Por Carlos Román.

Por Editor

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