Un lamentable y peligroso debate es el que se ha dado sobre el papel de las fuerzas armadas en las tareas de seguridad pública en México. Es un hecho notorio que el crimen organizado supera por mucho a las policías municipales y estatales, además las federales fueron cooptadas hace mucho por éste. Solo la fuerza y organización castrense han podido evitar un verdadero estado fallido a causa de la creciente e imparable inseguridad que desde hace 16 años padece el País.
La falta de policías confiables y eficientes en México impide que los soldados regresen a sus cuarteles. Contar con una buena y eficiente policía cuesta mucho dinero y toma mucho, mucho tiempo tenerla. Los bonitos discursos, las posturas políticas huecas y el infructuoso debate sobre la militarización, se estrellan contra una realidad implacable, cruda, cruel, que se impone aunque no nos guste, con un saldo de cientos de miles de muertos. Como siempre, los que pagan el precio de esta ineficiente forma de gobernar, son los sectores sociales más vulnerables, más dependientes, más abandonados.
El falso debate de la militarización ha sido bandera política de izquierdas y derechas. La izquierda ha estado contra la militarización de la seguridad pública. Hizo predica moral y propuesta electoral de ello. Hoy, en un gobierno de izquierda, se está a un paso de que los militares permanezcan en las calles durante mucho tiempo y asuman también como lo han hecho, el control de más áreas estratégicas del país. Será difícil pero necesario mantener contrapesos civiles, para que no se traspase la línea que nos haga perder la poca realidad democrática que aún nos queda.
Que otros datos le habrán revelado al Presidente para que haya cambiado lo que electoralmente le resultó muy redituable durante muchos años. Hoy, es el más férreo defensor y apologista de las actividades del ejército en las calles, en los aeropuertos, en los trenes, en la refinería, en las comunicaciones y aduanas, entre otros. La respuesta puede ser la falta de compromiso y capacidad de muchos integrantes de su Movimiento Político. MORENA recibió a la peor escoria de la clase política mexicana, que además de corruptos, traicionan y sin pudor alguno cambian de rumbo hacia donde sopla el viento.
Ha sido la falta de capacidad de los políticos la que ha demostrado la incongruencia y poca seriedad en un asunto tan delicado como este. El cambio de posturas, los malabares intelectuales para tratar de justificar lo injustificable y las razones que han evidenciado los fracasos antiguos y nuevos de la política de seguridad pública en México, no hacen más que comprobar lo mezquino y deplorable de una clase política voraz, que solo le importa recuperar o preservar el poder por el poder mismo y los privilegios que ello implica. Sin seguridad no hay posibilidades de una convivencia civilizada.
El riesgo de exponer a las fuerzas armadas con las mafias es la enorme capacidad corruptora de éstas, porque las tentaciones de este tipo ponen en riesgo la esencia de lo que ha sido y debe seguir siendo una de las instituciones más respetadas de México.
En nuestro país las fuerzas armadas tienen un valor y una misión muy importante: preservar la soberanía de la Nación. Los militares desde hace muchos años han dejado de llevar las riendas del gobierno, porque tuvieron la visión de apoyar la construcción de instituciones civiles, instituciones ciudadanas. Han separado su función de la política y han estado comprometidos con el País; por ello, debemos exigir que no se contaminen. Ahí está Ayotzinapa con sus enormes costos para los responsables de ayer y los responsables de hoy. Las fuerzas armadas son leales a México, que así se mantengan.
Transitorio.- Como dice la Suave Patria de López Velarde: “Patria: tu superficie es el maíz, tus minas el palacio del Rey de Oros, y tu cielo, las garzas en desliz y el relámpago verde de los loros”, aunque en la Patria de la semana pasada, el relámpago en el cielo fue de las Guacamayas, que también son verdes y gritan fuerte.
Por Carlos Román.