La humanidad se distingue por su capacidad para enseñar y aprender. Las enseñanzas de generaciones nos han permitido dominar al mundo y con esos conocimientos muchas veces también dominar y explotar al hombre por el hombre. Sin duda hemos aprendido a pensar y generar ideas que se han traducido en regímenes políticos que justifican su dominación siempre con la fuerza, pero legitimada en Dios o en la libertad y en la voluntad de los propios hombres.
Solo unas cuantas especies en la tierra tiene la capacidad para aprender, transmitiendo los conocimientos entre unos y otros para mejorar su vida. Sabemos también que la educación es indispensable para encausar la inteligencia de los hombres. Hoy en día, la educación es la herramienta fundamental para construir conciencias que con emoción y argumentos defiendan la libertad y con ella la responsabilidad ética de nuestros actos. La educación nos vuelve responsables y nos brinda la elocuencia necesaria para defender nuestras ideas.
La obra del hombre es sin lugar a duda la obra de la educación del hombre.
En estos tiempos de redes sociales, internet y medios de comunicación, la enseñanza enfrenta la enorme responsabilidad de educar, en los que la vocación autoritaria no necesariamente ayuda a generar buenas condiciones educativas para los mexicanos.
La educación necesita del respeto a la autoridad que el maestro transmite y representa. El maestro tiene como propósito principal formar en la libertad, pero con los principios éticos que la libertad exige, porque la educación sin una formación ética, también se puede utilizar para tomar ventaja con los conocimientos para el fin de enriquecerse al costo que sea, sin importar las consecuencias y tal vez por ello la mexicana sea una de las sociedades más pobres y desiguales del mundo. Sumemos la deficiente educación que proporciona el Estado en una sociedad que no deja la corrupción como práctica cotidiana y ahí está el resultado que es terrible.
Quienes hemos tenido la enorme responsabilidad de enseñar, sabemos que se aprende enseñando, porque el maestro siempre está aprendiendo con las razones, preguntas y argumentos de sus alumnos. Escuchar y entender como decía Shakespeare que “hay más cosas en el cielo y en la tierra de lo que nuestra filosofía ha soñado”, es la base para reconocer y tratar con inteligencia, las razones que podemos defender como objeto de nuestras discusiones.
La educación autoritaria se construye con el dogma y la intolerancia que no acepta las razones de otros; de los que no piensan como él autócrata, porque en su intolerancia solo descalifica y ofende, ya que “nunca” se equivoca aunque la realidad lo exhiba una y otra vez.
El pensamiento autoritario desinforma o engaña, nunca informa, porque en su lógica mezquina nada puede cuestionarlo ni ponerlo en duda con preguntas incómodas, con verdades diferentes a sus “verdades”. Quien enseña en libertad, acepta los desafíos de hablar para otros que sabe tienen ideas y pensamientos diferentes, pero confronta su verdad y usa los conocimientos para convencer.
Lograr un pensamiento propio es la lucha y razón de ser de la escuela como espacio privilegiado para formar y construir hombres libres. Defender a la educación libre, es la mejor forma, la mejor inversión para en verdad progresar. Todos los países que lo han hecho le han dado a la educación el lugar de privilegio que le corresponde: el más alto.
Por Carlos Román.