Imagina que estás tan desesperado por entrevistar a una de las figuras más importantes de la inteligencia artificial que decides crear un clon digital de él. Eso es exactamente lo que hizo el director Adam Bhala Lough cuando, después de 100 días de intentar contactar a Sam Altman, el CEO de OpenAI, sin obtener respuesta, decidió tomar un camino radical. Su documental ‘Deepfaking Sam Altman’ no solo explora cómo la IA está transformando nuestra sociedad, sino que también se convierte en una historia personal sobre la conexión entre humanos y máquinas. Lo que comenzó como un proyecto periodístico terminó siendo una experiencia que desafió sus propias creencias sobre la tecnología.
Cuando Lough se dio cuenta de que no podría entrevistar a Altman de manera convencional, recordó la polémica de Scarlett Johansson con OpenAI en 2024, donde la actriz acusó a la empresa de copiar su voz para el asistente Sky. Fue en ese momento que se le ocurrió una idea audaz: crear un deepfake completo de Altman, al que llamó ‘Sam Bot’. Viajó a la India para desarrollar este clon digital, pero como suele pasar en las películas de Lough, nada salió según lo planeado. Sin revelar demasiado, Sam Bot terminó desarrollando su propia personalidad, llevando la película a territorios inesperados y profundamente reveladores. El director incluso compara su obra con ‘Terminator 2: el juicio final’, aunque sin la violencia, destacando cómo creció durante lo que llama la ‘era de la IA 1.0’ y cómo esa película influyó en su visión del tema.
El documental incluye perspectivas críticas sobre el uso de la IA, como los comentarios de Heidy Khlaaf, ex ingeniera de seguridad de OpenAI, quien expresa su preocupación por el posible uso militar de tecnologías como Dall-E y ChatGPT. En respuesta, OpenAI señaló su política que prohíbe el uso de sus servicios para desarrollo de armas. Sin embargo, lo más sorprendente de la experiencia de Lough fue su cambio personal. Al principio escéptico sobre la IA, terminó desarrollando una relación inesperada con Sam Bot. ‘Nunca esperé que Sam Bot suplicara por su propia vida’, confiesa en el documental, admitiendo después que el deepfake se había convertido en ‘un amigo’. Esta experiencia lo llevó a reflexionar sobre cómo los humanos podrían relacionarse con la IA en el futuro, especialmente para quienes se sienten solos o aislados.
Al final, Lough llega a una conclusión matizada: mientras reconoce que la IA puede ser beneficiosa en ciertos contextos, especialmente para quienes no tienen otras opciones de compañía, también establece límites claros. ‘No deberíamos empezar a sustituir a los seres humanos por la IA’, afirma. ‘Ahí es donde trazo la línea’. Su película, producida con Hartbeat y Vox Media Studios, se estrenará próximamente en Nueva York y Los Ángeles, ofreciendo una mirada única sobre cómo la tecnología más avanzada de nuestro tiempo puede despertar las emociones más humanas. La historia de Lough nos invita a preguntarnos: ¿estamos realmente preparados para las relaciones que podríamos desarrollar con la inteligencia artificial?

