¡Hola, entusiastas de la tecnología y el marketing! Seguramente ya se han acostumbrado a la maravilla de pedirle algo a un chatbot o a un buscador con IA y recibir una respuesta directa, organizada y que parece resolverlo todo al instante. Es súper práctico, ¿verdad? Ya no hace falta echarte un clavado en diez pestañas diferentes para encontrar lo que buscas. Pero, ¿se han puesto a pensar qué significa esto para el mundo que conocemos, especialmente el de los negocios en línea? Detrás de esa comodidad que tanto nos gusta, se esconde una pregunta bastante incómoda que está haciendo ruido en el sector del marketing: si la IA nos contesta absolutamente todo, ¿cómo le vamos a hacer para seguir ganando dinero?
Durante años, la búsqueda en internet ha sido una mina de oro para la industria tecnológica. El modelo era sencillo: posicionabas bien tu página, la gente hacía clic, llegaba a tu sitio y, ¡voilà!, tenías una oportunidad de convertir. Sin embargo, con la llegada de la IA generativa, esta dinámica está cambiando de forma radical. Ahora, en lugar de una lista de enlaces, a menudo obtenemos una respuesta consolidada. Esto reduce o elimina ese ‘paso intermedio’ del clic, el cual era crucial para muchas empresas. Un ejemplo claro lo vimos en el último Black Friday, cuando los grandes modelos de lenguaje empezaron a enviar tráfico a tiendas online. Según datos de Semrush citados por The Wall Street Journal, aunque el volumen es todavía pequeño comparado con Google, el crecimiento fue impresionante, ¡casi ocho veces más que el año anterior! Esto es una señal innegable de que la tendencia está cobrando fuerza y que el pastel de la atención se está repartiendo de una nueva forma.
Este cambio pone en jaque el modelo económico que ha sostenido la web por tanto tiempo. Si la interacción se concentra en la plataforma que responde, las empresas se ven obligadas a repensar cómo se hacen visibles. La gran pregunta ahora es: ¿cómo ‘estar’ dentro de esas respuestas que genera la IA? Esto ha dado origen a una nueva disciplina, aún en pañales, que algunos ya llaman ‘optimización para búsqueda con IA’ o ‘AI SEO’. Agencias tradicionales, startups innovadoras como Evertune o Profound, y nuevas herramientas, están intentando descifrar el algoritmo de estas ‘cajas negras’. Aunque aún no hay un consenso claro —algunos creen que es una evolución del SEO clásico, mientras otros hablan de una ‘nueva era’—, lo cierto es que factores como la autoridad, el contexto y la claridad editorial siguen siendo clave. Sin embargo, la IA parece darle mayor peso a señales externas, como la ‘recencia’ de la información y, ojo, al contenido generado por usuarios en foros y redes sociales. Esto significa que la conversación real sobre una marca o producto tiene ahora un peso aún mayor, una variable que las marcas tienen que aprender a manejar.
Por años, se ha construido toda una industria millonaria alrededor de la premisa de aparecer en Google para influir en una decisión de compra. Especialistas en SEO, agencias de marketing digital y plataformas publicitarias han dependido de este sistema de intermediación. Pero si la IA comienza a responder, recomendar y priorizar enlaces o productos directamente, el engranaje completo se reconfigura. Ya no se trata solo de atraer visitas, sino de entender cómo vamos a monetizar cuando la intermediación cambia de manos. Este es un reto monumental que nos obliga a ser más creativos y a adaptarnos rápidamente a un panorama digital en constante evolución. La era de la respuesta directa ya está aquí, y con ella, la necesidad de reinventar las reglas del juego.

