La tensión entre la Unión Europea y Rusia no es novedad, pero Alemania, como uno de los países más afectados por esta dinámica, ha decidido que ya fue suficiente. Imaginen el escenario: ciberataques constantes, campañas de desinformación que parecen sacadas de una película y sabotajes que ponen en jaque infraestructuras críticas. Ante esta situación, el gobierno alemán, cansado de los roces, ha dado un paso firme: ha convocado al embajador ruso en Berlín para pedirle explicaciones. Un movimiento diplomático fuerte que deja claro que el asunto se puso color de hormiga.
Desde hace un tiempo, Alemania ha estado bajo un constante asedio digital y de acciones híbridas. Martin Giese, portavoz del ministerio de Asuntos Exteriores alemán, fue directo al grano y señaló a un culpable claro: Rusia. Tras un análisis exhaustivo de sus servicios de inteligencia, aseguran tener las pruebas de que Moscú está detrás de estos ataques. Aunque aún no han compartido los detalles con el público, sí han sido contundentes al advertir que están observando de cerca las acciones rusas y que tomarán las medidas necesarias. Uno de los ataques más preocupantes fue el de agosto de 2024 contra el control del tráfico aéreo, una infraestructura vital. Las sospechas apuntan al grupo de hackers APT28, también conocido como Fancy Bear, vinculado directamente con el servicio de inteligencia militar ruso (GRU).
Quizá el nombre de APT28 les suene, y con razón. Este colectivo ya saltó a la fama mundial durante las elecciones de Estados Unidos en 2016, cuando se les vinculó con la filtración de correos electrónicos del partido demócrata, supuestamente para influir en el resultado electoral a favor de Donald Trump. Ahora, la historia parece repetirse en Alemania. El gobierno teutón ha revelado que tanto APT28 como el GRU estuvieron detrás de la campaña “Tormenta 1516”, cuyo objetivo era influir y desestabilizar las últimas elecciones federales. ¿Cómo? Utilizando tácticas de desinformación y deepfakes generados con inteligencia artificial para socavar la confianza en las instituciones democráticas. Estas acciones, según Berlín, no son hechos aislados, sino parte de una “guerra híbrida” dirigida no solo contra Alemania, sino también contra otros estados europeos. Incluso el Reino Unido ha levantado la voz por amenazas similares.
Ante este panorama tan complejo, el gobierno alemán ha prometido contramedidas. Aunque aún no se han anunciado sanciones concretas, una decisión importante es que, a partir de enero, los países de la UE estarán “echándole un ojo” a los viajes de diplomáticos rusos dentro del espacio Schengen, buscando minimizar riesgos de inteligencia. Por su parte, el Kremlin no se quedó callado; calificó las acusaciones de “infundadas y absurdas”, desoyendo la convocatoria de su embajador. Lo que es un hecho es que la ciberseguridad se ha vuelto una pieza clave en el ajedrez geopolítico, y parece que la era de las batallas silenciosas, pero devastadoras, apenas comienza. Esta situación nos invita a reflexionar sobre la vulnerabilidad de nuestros sistemas en un mundo cada vez más conectado.

