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En un giro sorprendente que mezcla política internacional y negocios, ha salido a la luz un ambicioso plan para reconstruir Gaza que incluye a importantes empresas tecnológicas y de construcción, pero con un detalle crucial: muchas de estas compañías aseguran no tener conocimiento de estar involucradas en la propuesta. La presentación, que ha sido compartida con funcionarios de la administración Trump, propone la creación del Fideicomiso para la Reconstitución, Aceleración Económica y Transformación de Gaza (GREAT), una iniciativa que busca movilizar la inversión privada para reconstruir la devastada región. Lo curioso es que los nombres y logotipos de empresas como Tesla, Amazon Web Services, TSMC e Ikea aparecen en las diapositivas sin que estas hayan dado su consentimiento para ser incluidas en el proyecto.

Cuando WIRED contactó a las 28 empresas mencionadas en la presentación, ninguna de las que respondió sabía que sus marcas estaban siendo utilizadas en esta propuesta. Arvid Stigland, portavoz de Ikea, declaró que “ha sido una información sorprendente y nueva para nosotros. No hemos aprobado el uso del logotipo de la compañía en este contexto”. Situación similar vivió TSMC, cuyo portavoz afirmó que “no está asociada con esta propuesta y no dio su consentimiento para el uso de su logotipo”. La presentación fue elaborada por Michael Eisenberg, cofundador de la empresa de capital riesgo Aleph, y Liran Tancman, empresario tecnológico, quienes forman parte de la red que concibió la Fundación Humanitaria de Gaza (GHF), la principal entidad que actualmente distribuye ayuda en la región.

El plan del GREAT Trust contempla proyectos de gran envergadura como la construcción de centros de datos, “gigafactorías” e incluso una “Zona de Fabricación Inteligente Elon Musk” para vehículos eléctricos. También propone un sistema ferroviario que conectaría Gaza con Neom, la megaciudad que Arabia Saudí está construyendo. Sin embargo, la GHF ha negado cualquier implicación en el desarrollo de esta presentación y asegura que Eisenberg y Tancman “no participan en las operaciones” de la fundación. Mientras tanto, la situación humanitaria en Gaza sigue siendo crítica, con solo alrededor de 20 camiones de ayuda ingresando diariamente a la Franja, muy por debajo de las necesidades reales de la población.

Este caso revela la compleja intersección entre la política internacional, los intereses empresariales y la ayuda humanitaria. Más allá de las controversias sobre el uso no autorizado de marcas, surge la pregunta fundamental sobre quién debe liderar la reconstrucción de territorios en conflicto y cómo garantizar que los planes de desarrollo respeten tanto los derechos de propiedad intelectual como las necesidades reales de las poblaciones afectadas. La transparencia y el consentimiento informado parecen ser elementos ausentes en esta propuesta, lo que plantea serias dudas sobre su viabilidad y legitimidad en un contexto ya de por sí extremadamente sensible.

Por Editor