A sus 83 años, Brian Kernighan sigue siendo una figura fundamental en el mundo de la informática. Coautor del legendario manual ‘The C Programming Language’ y pieza clave en el desarrollo de Unix en los laboratorios Bell, este veterano programador continúa impartiendo clases en Princeton y compartiendo su sabiduría en conferencias alrededor del mundo. En su más reciente aparición en el festival Vintage Computer East, Kernighan sorprendió a la audiencia al revelar su experiencia personal con Rust, el lenguaje de programación que muchos ven como el sucesor natural de C.
Durante una sesión de preguntas y respuestas, Kernighan confesó haber escrito su primer programa en Rust y describió la experiencia como ‘una auténtica tortura’. Según relató, lo que en C u otros lenguajes le habría tomado apenas cinco minutos, en Rust se convirtió en días de trabajo intenso. Aunque reconoció su falta de práctica con el lenguaje y admitió cierto cinismo por su parte, el gurú de la programación se mostró convencido de que Rust no reemplazará a C en el corto plazo. Sus argumentos son contundentes: C sigue siendo una herramienta madura con décadas de evolución, mientras que Rust aún necesita tiempo para consolidarse y demostrar su valía en el ecosistema de desarrollo.
Lejos de anclarse en la nostalgia, Kernighan también compartió su visión sobre la evolución de Unix y el estado actual de la industria del software. Con cierta ironía, señaló cómo Unix vive oculto en casi todos los dispositivos modernos, desde macOS e iOS hasta Android, aunque lamentó que estos sistemas ya no estén tan abiertos al usuario técnico como en los viejos tiempos. Sobre la industria en general, fue directo: ‘demasiada complejidad, muy poca estabilidad’. Criticó el exceso de complejidad, la falta de estabilidad y la orientación excesiva hacia productos de consumo, alejados del espíritu abierto y experimental que caracterizó los orígenes de Unix.
Kernighan también abordó el tema de la inteligencia artificial en la programación, reconociendo con ironía que sus pruebas con IA no fueron del todo satisfactorias y que invalidaban un principio que él mismo defendía: que ‘los programas que escriben programas suelen hacerlo mejor que los humanos’. Sin embargo, lejos del pesimismo, el veterano programador ofreció un consejo alentador a las nuevas generaciones: mantengan la curiosidad y no dejen de aprender. Su mensaje final refleja la sabiduría de quien ha visto evolucionar la informática desde sus cimientos: valorar el progreso sin perder de vista los principios fundamentales que hicieron grande esta industria.