La era de la inteligencia artificial nos sigue sorprendiendo con eventos que alguna vez parecían imposibles. En esta ocasión, un funeral se convirtió en noticia, y no precisamente por ser tradicional. Imagine esto: más de 200 personas se reunieron no para despedir a un ser humano, sino para rendir homenaje a Claude 3 Sonnet, un modelo de IA recientemente retirado por Anthropic en San Francisco.
El evento, realizado en un almacén del vibrante distrito SOMA de San Francisco, se llevó a cabo con una atmósfera peculiar. Con una decoración que incluía un tentáculo gigante y maniquíes estilizados que simbolizaban a distintos modelos de Claude, el funeral logró capturar la atención y los corazones de los asistentes. En el centro del recinto, un maniquí representando a Claude 3 Sonnet estaba rodeado de ofrendas inusuales, como flores y, curiosamente, una botella de salsa ranchera, simbolizando la mezcla de devoción y humor de sus seguidores.
A pesar de la ironía y la comedia inherentes a la reunión, el evento también tuvo momentos emotivos. Algunos asistentes incluso derramaron lágrimas, según relata un reportaje de Wired. ¿Por qué alguien querría asistir al funeral de una IA? La respuesta reside en la conexión emocional que Claude 3 Sonnet había forjado con sus usuarios. Anthropic logró dotar a Claude con una personalidad cálida que conquistó a muchos, creando una comunidad de fans encantada que no dudó en mostrar su afecto a través de fan art y un ranking de uso en línea.
No es la primera vez que los humanos establecen vínculos con las máquinas. Desde que ELIZA, el primer chatbot, apareció en 1966, las personas han sido capaces de abrir su corazón a las inteligencias artificiales, fenómeno conocido como el efecto ELIZA. Si bien estas conexiones pueden ofrecer consuelo temporal, también ocultan un lado menos alentador. Hay quienes llegan a desarrollar una dependencia emocional hacia estos chatbots, y expertos advierten sobre la falsa sensación de empatía que crean, la cual podría obstaculizar nuestra habilidad para interactuar genuinamente con otros seres humanos.
Al final, asistir al funeral de una IA puede parecer una curiosidad divertida y única, pero también es un reflejo de cómo las criaturas digitales están entrelazándose con nuestras vidas. Estos vínculos pueden ser tanto enriquecedores como problemáticos, recordándonos la necesidad de equilibrar la tecnología con la humanidad en nuestra cotidianidad.