Hace muchos años, los estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México eran mayoritariamente socialistas, sobre todo aquellos que estudiaban economía y filosofía, pero a pesar de así considerarse, había un respeto total a todas las expresiones del pensamiento, que de manera lógica y natural, debían coexistir en una Universidad pública, popular y de masas. Esos jóvenes universitarios sentían una identificación total con los sistemas socialistas de esa época, que en las palabras del malogrado presidente de Chile Salvador Allende resumía: “ser joven y no ser socialista es una contradicción hasta biológica”.
La Universidad analizaba y enseñaba las ideas políticas, económicas y sociales de un mundo dividido entre buenos y malos, entre derecha e izquierda, entre erradicar privilegios y enarbolar un ideal de Justicia. El compromiso de muchos de esos universitarios era definitivamente con la revolución que cambiaría el orden de las cosas, la injusta realidad, el triunfo del proletariado sobre una clase opresora y voraz que le robaba al “pueblo” hasta el aire. En esos años como jóvenes no distinguíamos bien entre pensar con el corazón o pensar con la cabeza.
Pero ese mundo formado con ideas generadas a raíz de una realidad geopolítica que dividió al mundo entre capitalismo y comunismo, entre materialismo histórico y pragmatismo de mercado, terminó de una forma abrupta, completa y total con la caída del muro de Berlín y el fin de un régimen opresor y demagógico, que en la realidad nunca pudo ser, porque su propuesta de transformación del mundo era imposible que sucediera ya que apostó a la polarización total y completa de la sociedad.
La Universidad o mejor dicho las universidades, siempre han ocupado una posición estratégica en nuestro país y contribuido a la generación del conocimiento para hacer de México la nación que es hoy. La Universidad no puede ser reaccionaria, neoliberal o comunista. La Universidad es universalidad del pensamiento, es la posibilidad de la investigación que nos permita hacer mejores cosas para el servicio de la gente, a profundizar en el conocimiento de la ciencia, de la idea y del pensamiento como herramientas generadoras del cambio y de la experiencia como confirmación de la realidad.
La Universidad tiene como visión principal y fundamental la formación de profesionistas, que van a servir a una sociedad determinada, en una realidad concreta y en un momento histórico irrepetible. La Universidad responde solo a la realidad, y esta realidad aunque no les guste a algunos, quiere decir que el comunismo perdió hace muchos años la posibilidad de su existencia. Pero de aquellos socialistas de ayer, solo quedan hoy aquellos que practican como su ideario la frase que decían en los setentas: “contra los ricos hasta emparejarnos”
Los mexicanos contribuimos con nuestros impuestos para pagar y sostener a una gran Universidad. La pagamos porque la consideramos una institución estratégica para lograr nuestra sobrevivencia. No podemos estar de acuerdo con la idea o posicionamiento de que una Universidad de masas como la UNAM, se adjetivada como individualista y neoliberal. La Universidad es el centro del pensamiento humano, de la crítica y la autocrítica, de la creación científica, del análisis político, y también es el resultado de una realidad que les guste o no, está encaminada a entender y explicar al mundo en cada época de su evolución.
La UNAM ha demostrado ser mucho más grande que sus problemas. Ha formado y logrado a través de la educación que se imparte en sus aulas, profesionistas al servicio de una sociedad que ha permitido una movilidad, una legítima aspiración a mejorar. Todas las opiniones que se emitan sobre la Universidad deben ser analizadas y puestas en su justa dimensión. La UNAM nos guste o no ha contribuido de manera significativa a formar una clase media en México que ha sido y seguirá siendo, un dique contra la corrupción, contra la demagogia y contra el abuso de poder que se ha manifestado en este y en otros tiempos que lamentablemente tampoco fueron mejores.
Debatamos sobre el tipo de Universidad que necesitamos. Sobre el tipo de Universidad que los mexicanos merecemos. Respetemos hoy y siempre a la Universidad Nacional Autónoma de México y a todas las universidades qué hacen posible que cada día la inteligencia prevalezca. No debemos nunca denostar a la Universidad, porque hacerlo es contribuir a secuestrar la vida y autonomía universitaria por intereses de grupo. La Universidad y la sociedad ya pagamos ese precio. Esperemos que no se repita.
Por Carlos Román.