Muchos esperábamos que la estrategia de vacunación, corriendo desde inicios de año, permitiría el regreso a una nueva normalidad, en contraste con lo vivido en agosto de 2020, cuando resultaba imposible un retorno a las aulas. Sin embargo, la vida tendría preparado un último recordatorio de que las cosas no han vuelto a la normalidad -y que quizás nunca lo hagan- con el despliegue de la tercera ola de contagios de COVID-19 en México: los números apuntan que se trata de la ola más fuerte que hayamos vivido. En este contexto, y ante tanta información contradictoria en los canales “oficiales”, son más de 25 millones los estudiantes mexicanos perjudicados.
Pero, ¿qué está pasando?
Ante la saturación de hospitales, la creciente tasa de infecciones en menores de edad y jóvenes y el surgimiento nuevas cepas más peligrosas, parecería que hay contradicciones irreconciliables: por un lado, las noticias de la tercera ola a nivel mundial invaden los medios de comunicación y las redes sociales con historias y mensajes pidiendo extremar precauciones, y por el otro, las autoridades de salud mexicanas insisten en animar a la ciudadanía a salir a las calles, a enviar a sus hijos al colegio y a retomar su vida de manera normal.
Algunas escuelas (especialmente las privadas) han sondeado a sus comunidades y preguntado qué tan cómodos se sienten regresando a clases. Las encuestas apuntan a que un estruendoso 62% de los padres de familia y estudiantes han señalado su negativa a regresar a clases presenciales.
En EEUU, otro estudio indicó que cerca del 73% de los estudiantes universitarios están prefiriendo incorporar técnicas de aprendizaje virtual al presencial, con sólo un 15% de rechazo a los métodos virtuales.
¿Qué sigue para los estudiantes en México?
Todo indica que el ciclo escolar 2021-2022 se perfila para ser uno en donde predomine el modelo de educación híbrida, donde haya momentos de educación remota y virtual combinados con actividades presenciales. Lo más sensato es que las instituciones educativas mexicanas adopten un modelo híbrido, independientemente de factores externos incontrolables, pues además de las ventajas en materia sanitaria, puede mejorar la calidad formativa y la oferta académica en todos los niveles.
Se ha visto en otros países: las principales Universidades a nivel mundial no han titubeado al adoptar modelos tecnológicos que permitan a sus alumnos salir mejor preparados, al mismo tiempo incrementando la reputación de la institución y su alcance académico, permitiendo que se enrolen en sus cursos estudiantes de cualquier rincón del mundo con un mínimo de recursos tecnológicos. ¿Por qué las Universidades latinoamericanas no han dado este importante paso para colocarse en un escenario más global?
Las instituciones que han optado por implementar herramientas tecnológicas avanzadas generalmente son aquellas con alto poder adquisitivo, tanto del sector público como del privado. En cambio, en regiones menos acaudaladas no ven esto como una prioridad, afectando la calidad de estudios que reciben sus estudiantes, poniéndolos en desventaja frente alumnos de otras instituciones.
Modernizar no es imposible ni demasiado oneroso
Existe una percepción de que la inversión en este tipo de recursos es demasiado alta como para ser viable: ES ERRÓNEA.
Los avances tecnológicos han hecho que este tipo de inversiones sean cada vez más accesibles y universales. Por ejemplo, invertir en un sistema LMS (Learning Management System) como GEA Learning representa una inversión mínima para el retorno académico, con Learning Analytics integrados y la capacidad de disponibilizar recursos formativos para una gran cantidad de alumnos en un solo sitio. Invertir en simuladores de Realidad Virtual o Chatbots Inteligentes, tecnologías que hace unos años sí eran prohibitivas para muchos, ahora son opciones reales para la mayoría de las instituciones públicas y privadas.
De hecho, los modelos de retorno de inversión arrojan que invertir en este tipo de soluciones tecnológicas incrementará en el mediano y largo plazo la optimización de los recursos y rentabilidad de las instituciones educativas.
El próximo boom del x-Learning o aprendizaje experiencial
Cuando el e-Learning cobró popularidad tras el confinamiento global, el término se convirtió en sinónimo de clases por Zoom y de extensas lecturas en archivos PDF. De allí la necesidad de redefinirlo para explicar sus capacidades de una mejor manera. El concepto de x-Learning, o aprendizaje experiencial, se refiere todos aquellos recursos que aprovechen las ventajas de la experiencia en el proceso de enseñanza o capacitación. Puede ser en forma de simuladores, juegos didácticos, cápsulas formativas, aplicaciones móviles, o video interactivo. La tecnología siempre es el habilitador, pero siempre su adopción implica un fuerte cambio cultural.
La mejor manera de enseñar -según el pedagogo Edgar Dale- es mediante el “aprender haciendo”. Los números son contundentes: se retiene tan sólo el 20% del aprendizaje a través de una sesión académica tradicional, mientras que de acuerdo con estudios de Smartraining se retiene hasta el 90% a través de técnicas de x-Learning.
El momento de invertir en modernizar las técnicas formativas en las Universidades mexicanas es ahora. Estamos en un momento en el cual la tecnología es accesible y prácticamente universal (95.9% de la población mexicana cuenta con acceso básico o eventual a internet y existen alrededor de 112 millones de smartphones en México) y en donde la población ya consume medios digitales por encima de cualquier otro.
También estamos en un momento en el cual la tecnología de alta gama, como la Realidad Virtual o el desarrollo de apps móviles, así como recursos que utilizan Big Data para recopilar información acerca del progreso formativo de los estudiantes, es relativamente accesible económicamente y en el cual vale la pena al menos considerar invertir en algunas de estas soluciones.
El ciclo académico que inicia, sin duda será determinante para el despliegue de soluciones de tecnología educativa para comenzar a revertir el rezago causado por la pandemia y combatir el rezago sistémico que arrastra la región latinoamericana desde hace tiempo. Estamos ante la gran oportunidad de colocar a nuestros futuros profesionales en un plano competitivo en el panorama global.
Por Gustavo Aguilar Joussé, Country Manager de Smartraining México