La energía nuclear, para muchos, evoca imágenes de complejos reactores gigantes o incluso de tramas de ciencia ficción. Sin embargo, en el mundo real, esta fuente de energía está experimentando una revitalización impulsada por la innovación y un cambio de mentalidad. Prepárense porque, si hablamos de avances energéticos, una startup llamada Valar Atomics acaba de dar un paso que podría redefinir el juego.
Valar Atomics, una empresa emergente con sede en California, anunció recientemente que ha alcanzado la “criticidad”. ¿Y eso qué significa? Básicamente, lograron una reacción nuclear de fisión capaz de autosostenerse, donde cada átomo que se divide genera suficientes neutrones para desencadenar más divisiones. Imaginen un efecto dominó nuclear: una ficha empuja a la siguiente, y así sucesivamente. Este hito es crucial, la primera señal de vida de un reactor, lo que ellos llaman el “primer latido”. Lo lograron con el apoyo de uno de los laboratorios nucleares más importantes de Estados Unidos, Los Álamos, y no es poca cosa. Aunque esta “criticidad de potencia cero” aún no genera electricidad a gran escala, es una prueba vital de que su diseño y su física funcionan, abriendo camino hacia futuras plantas de energía limpia.
Este avance no ocurrió en el vacío. Se enmarca en un programa piloto especial del Departamento de Energía de EE. UU. (DOE), que nació de una orden ejecutiva de la administración Trump. Este programa ha puesto de cabeza las regulaciones habituales, permitiendo a startups como Valar Atomics acelerar el desarrollo de tecnologías nucleares avanzadas. Antes, estas empresas debían pasar por el largo y complejo proceso de aprobación de la Comisión Reguladora Nuclear (NRC). Ahora, bajo el paraguas del DOE y para fines de investigación, pueden avanzar a un ritmo que algunos comparan con la velocidad del Proyecto Manhattan. De hecho, Valar Atomics no solo ha conseguido este logro, sino que también ha recibido una ronda de financiamiento de 130 millones de dólares, demostrando la confianza del sector privado en esta visión audaz. El programa busca que al menos tres empresas logren la criticidad antes del 4 de julio de 2026, un objetivo bastante ambicioso que está generando tanto entusiasmo como debate sobre la prisa en la innovación nuclear.
El camino hacia una nueva era de energía nuclear limpia y segura parece estar trazándose con velocidad, pero no sin desafíos. Mientras que la colaboración entre el sector privado y los laboratorios federales promete una ejecución más rápida, la cuestión de la seguridad y la regulación sigue siendo primordial. Si bien Valar Atomics y otras empresas similares han logrado un avance significativo en la fase de investigación, para llevar un reactor comercial al mercado, tarde o temprano deberán enfrentarse nuevamente a la rigurosa supervisión de la NRC. Este hito nos invita a reflexionar sobre el balance entre la urgencia por encontrar soluciones energéticas y la necesidad de garantizar la máxima seguridad. Estamos, sin duda, en los albores de lo que podría ser una revolución en la ingeniería nuclear, donde la velocidad y la innovación del sector privado, de la mano con la experiencia federal, podrían cambiar nuestro futuro energético de formas que apenas empezamos a imaginar.

