¿Recuerdan el 2017? Parece una era lejana, ¿verdad? Fue en ese entonces cuando Elon Musk, el visionario detrás de Tesla, nos deslumbró con la promesa de la segunda generación de su Roadster. Un auto eléctrico de ensueño, con características que sonaban a ciencia ficción: un ventilador de succión, propulsores de gas frío, una autonomía de mil kilómetros… ¡Pura fantasía tecnológica! Con un precio de salida de 200,000 dólares, no pocos entusiastas y amantes de la innovación tecnológica se lanzaron a preordenar esta maravilla, desembolsando una considerable suma de dinero como depósito. Pero, ¿qué ha pasado con ese auto? Siete años después, la promesa sigue siendo eso, una promesa.
Esas pre-órdenes, que para muchos fueron un voto de confianza (o un préstamo sin intereses, dirían algunos), están comenzando a causar estragos. Con el paso del tiempo, y sin señales de que el Roadster 2.0 esté más cerca de la realidad, la paciencia de muchos se ha agotado. Han surgido un sinfín de hiperautos eléctricos en el mercado, pero el Tesla sigue siendo una incógnita. Por eso, no es de extrañar que la gente quiera su dinero de vuelta. Y aquí es donde la historia se pone interesante, pues recuperar ese depósito no es tan sencillo como uno esperaría. Incluso para una figura prominente del mundo tecnológico como Sam Altman, CEO de OpenAI, esta tarea se ha convertido en un verdadero desafío.
Resulta que Altman, quien ordenó su Roadster el 11 de julio de 2018 con un depósito de 45,000 dólares (que hoy equivaldrían a más de 58,000 dólares), se topó con un muro al intentar pedir su reembolso. Según su propia cuenta en redes sociales, el correo electrónico asociado a las pre-órdenes simplemente había desaparecido. ¡Un mail borrado! Quién diría que el líder de la compañía que nos trajo ChatGPT, la IA capaz de resolver casi cualquier enigma, tendría dificultades para resolver el suyo propio. Su experiencia no es aislada. Otros, como el famoso streamer Marques Brownlee, tuvieron que recurrir a métodos más tradicionales, como levantar el teléfono y llamar, para recuperar la mayor parte de su dinero. Y en foros como Reddit, abundan las historias de otros ‘afectados’ compartiendo estrategias para lograr que Tesla les devuelva sus depósitos por ese coche con propulsores de gas frío y autonomía de ensueño.
Este episodio nos deja pensando sobre la dinámica de las pre-órdenes en el mundo tech. ¿Hasta qué punto estamos dispuestos a confiar nuestras finanzas a la promesa de un futuro incierto, incluso si viene de empresas tan innovadoras como Tesla? La saga del Roadster de Sam Altman es un recordatorio de que, a veces, ni siquiera los cerebritos de Silicon Valley están exentos de los dolores de cabeza más mundanos. Y es que, al final del día, cuando se trata de tu dinero, la paciencia tiene un límite, y la comunicación clara, por increíble que parezca, sigue siendo clave. Esperemos que Sam y el resto de los ‘Roadster-esperadores’ logren recuperar su lana, ¡o al menos que su coche llegue pronto!

