En el competitivo mundo de la fabricación de semiconductores, China se encuentra en una carrera frenética por alcanzar la independencia tecnológica. Mientras el país asiático avanza a pasos agigantados en el desarrollo de chips propios, hay un obstáculo que parece insuperable: la falta de máquinas de fotolitografía de ultravioleta extremo (UVE). Estas herramientas, esenciales para producir los chips más avanzados del mercado, representan el verdadero cuello de botella en la industria de semiconductores y China está dispuesta a todo para superarlo.
La estrategia que ha adoptado Beijing resulta tan obvia como arriesgada: la ingeniería inversa. Según revelaciones recientes, técnicos chinos habrían intentado desmontar y analizar una máquina de fotolitografía UVP de ASML, la compañía holandesa que domina este mercado. El objetivo no era simplemente copiar el hardware, sino comprender su funcionamiento interno para luego desarrollar versiones propias y más avanzadas. Sin embargo, el plan no salió como esperaban: durante el proceso de desensamblaje, los técnicos dañaron el equipo, lo que obligó a llamar a los especialistas oficiales de ASML para repararlo. Fue entonces cuando se descubrió el verdadero propósito detrás de la ‘avería’.
Este incidente revela la extrema urgencia de China por controlar toda la cadena de producción de chips, especialmente después de los vetos comerciales que ha enfrentado. Pero el desafío va más allá de simplemente copiar una máquina. Los sistemas de litografía de ASML requieren un dominio técnico extraordinario en áreas como óptica de precisión y ciencia de materiales, además de contar con una cadena de suministro altamente especializada que incluye empresas como la alemana Zeiss SMT, proveedora de los sistemas ópticos críticos para estas máquinas. Aunque China cuenta con ingenieros brillantes, replicar esta compleja red de proveedores y conocimientos especializados representa un obstáculo formidable.
Expertos como Didier Scemama de BofA Global Research estiman que China podría tardar entre 5 y 15 años en desarrollar tecnología comparable a la de ASML, aunque probablemente no será igual de competitiva a nivel global. Sin embargo, para los objetivos de autosuficiencia tecnológica de Beijing, quizás sea ‘suficientemente buena’. Este camino hacia la independencia en semiconductores demuestra que en la era tecnológica actual, la verdadera soberanía no se mide solo en capacidad de producción, sino en dominio del conocimiento más avanzado.

