Desde pequeños, nos enseñaron que el camino al éxito pasa por estudiar, comportarse bien, esforzarse y ser disciplinados. Sin embargo, para muchos jóvenes de la generación Z, esta fórmula se ha quebrantado. Aunque el salario mínimo ha incrementado y el mercado laboral parece ser dinámico, los altos costos de vida hacen que el sueldo no alcance para independizarse. Estos jóvenes se ven obligados a seguir viviendo en casa de sus padres o, si tienen suerte, compartir departamento con varias personas.
Los desafíos que enfrenta la generación Z son variados. Por un lado, muchos de estos jóvenes estudian más que la media europea, lo que lleva a una sobrecualificación para los puestos laborales disponibles. En México, por ejemplo, la mayoría de los jóvenes trabajadores aún vive con sus padres, y la edad media para dejar el nido familiar ronda los 30 años. En ciudades como Madrid y Barcelona, alquilar una habitación en un piso compartido se ha vuelto casi tan costoso como rentar una casa completa hace unos años, lo que hace imposible usar esta opción como un verdadero ahorro.
La situación económica y social no solo afecta su independencia, sino también su bienestar emocional. Estudios recientes muestran que la generación Z está experimentando altos niveles de ansiedad y depresión. Las causas son variadas, desde la incertidumbre de un futuro incierto en un mundo que cambia rápidamente, hasta la insatisfacción financiera y laboral. Este incierto panorama se ve agravado por la exposición constante a noticias negativas y una creciente sensación de soledad y aislamiento social.
En conclusión, mientras que las generaciones mayores han visto aumentar su riqueza neta en las últimas décadas, los jóvenes han experimentado una disminución considerable en la suya. Esta creciente desigualdad económica entre generaciones no solo limita sus posibilidades materiales, sino que también afecta su salud mental y su esperanza de vida independiente. La solución implicaría un esfuerzo colectivo para entender y reconfigurar las estructuras económicas y sociales actuales, permitiendo a los jóvenes un camino claro hacia la independencia y la estabilidad emocional.

