La llegada de la inteligencia artificial (IA) al mundo laboral ha traído tanto promesas de eficiencia como preocupaciones sobre la estabilidad laboral. Para la generación Z, que apenas comienza su trayectoria profesional, el temor a ser reemplazados por máquinas es una preocupación real. En este contexto, el sector salud ha emergido como una opción atractiva debido a que muchas de sus tareas no pueden ser fácilmente automatizadas.
Sin embargo, hay una paradoja inquietante en esta elección. A pesar de su duradera reputación como una carrera de servicio y significado, las cifras apuntan a que pocos trabajadores del sector salud se sienten realizados. Estudios recientes muestran que los médicos, paramédicos y otros profesionales sanitarios registran altos niveles de insatisfacción. Esto podría parecer sorprendente al tratarse de una profesión que tantos consideran noble e indispensable, pero los largos turnos, la alta responsabilidad y el agotamiento emocional asociado parecen minar el bienestar de estos trabajadores.
Por otro lado, profesiones en el sector de la hostelería, como aquellos que trabajan en restaurantes y cafeterías, están emergiendo como algunas de las más satisfactorias. Aquí, el buen ambiente laboral, las cargas de trabajo manejables y las rutinas definidas parecen crear una cultura positiva que muchos, especialmente en la generación Z, valoran más allá del salario. A este fenómeno se suman profesiones como la de floristas y cuidadores de niños, que también muestran altos índices de felicidad laboral.
El reto para los jóvenes de la generación Z es claro: encontrar un equilibrio que les permita asegurar la estabilidad laboral sin sacrificar su felicidad diaria. La clave podría estar en buscar empleos que no solo ofrezcan seguridad frente a la evolución tecnológica, sino que también promuevan un entorno laboral saludable y balanceado. Sin duda, la conversación sobre el futuro del trabajo apenas comienza, y los miembros de esta generación estarán en el centro de la transformación.

