En el vasto universo cinematográfico de Disney+, existe una joya oculta que combina romance, aventura y drama histórico de una manera magistral. ‘Australia’, la película de 2008 dirigida por Baz Luhrmann y protagonizada por Hugh Jackman y Nicole Kidman, se ha convertido en un descubrimiento fascinante para quienes buscan historias con profundidad emocional y narrativa. Esta producción no solo muestra la versatilidad actoral de Jackman más allá de su icónico papel como Wolverine, sino que también nos transporta a un momento crucial de la historia australiana con una sensibilidad visual extraordinaria.
La trama nos sitúa en 1939, cuando Lady Sarah Ashley (Nicole Kidman) viaja desde Inglaterra hasta el norte de Australia para investigar la supuesta infidelidad de su esposo. Al llegar, descubre que su marido ha sido asesinado y que ha heredado Faraway Downs, una propiedad gigantesca que simboliza tanto poder económico como conflicto. En este entorno hostil y desconocido, aparece Drover (Hugh Jackman), un vaquero independiente que se convierte en su guía y, eventualmente, en algo mucho más significativo. La química entre Kidman y Jackman es palpable, representando la colisión entre la rigidez británica y la rudeza australiana, entre lo refinado y lo salvaje.
Baz Luhrmann, conocido por ‘Moulin Rouge!’ y ‘Elvis’, cumple con esta película una ambición muy personal: crear un melodrama romántico que funcione tanto como entretenimiento popular como pieza de prestigio cinematográfico. La historia explora tensiones sociales y culturales a través de personajes complejos, evitando caer en clichés faciles. La relación entre Lady Ashley y Drover se desarrolla en medio de conflictos con ganaderos codiciosos como King Carney (Bryan Brown), mientras que Nullah (Brandon Walters), un niño mestizo, se convierte en el narrador emocional que une todos los hilos de esta epopeya nacional.
‘Australia’ trasciende el romance tradicional para convertirse en una reflexión sobre la adaptación, la resistencia y la búsqueda de la felicidad en circunstancias adversas. Hugh Jackman demuestra aquí por qué es considerado uno de los actores más versátiles de su generación, capaz de transitar desde musicales hasta westerns con igual convicción. Esta película es un testimonio del poder del cine para contar historias que, aunque situadas en épocas específicas, resuenan con universalidad y emoción genuina.