La Dra. Claudia Sheinbaum ganó la presidencia de la república con la más alta votación de la historia del México moderno. Con ella llega a la presidencia la izquierda mexicana. Después de muchos años de luchas, de escisiones y fracturas, de pleitos teóricos y de pleitos por las prácticas asumidas, la izquierda llega al poder y en ella encontramos desde las concepciones que van del marxismo-leninismo, postuladas por un partido histórico como lo fue el Partido Comunista Mexicano, 1919-1981, hasta posturas menos rígidas, como el Cardenismo y en algunos casos hasta propuestas compatibles con la social democracia. El abanico es muy amplio y heterogéneo. La Dra. Sheinbaum será la primera mujer en la presidencia y la primera con una clara formación y vocación de izquierda. Pero veamos cual es el tipo de izquierda que gobernará, hay de todo: a veces cerril, a veces lúcida y propositiva.

Recuerdo en mis años de estudiante a la izquierda de la  intransigencia dogmática de la lucha de clases y de la dictadura del proletariado. Años después,  a otra que hizo suyas las propuestas fundamentales del antiguo priismo representado por el General Cárdenas mediante su hijo el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas. Con la fundación del PRD, se rompió con el priismo de ese tiempo para retomar la doctrina de la Revolución Mexicana y su nacionalismo revolucionario, que fue la idea fuerza y el camino para lograr las reivindicaciones populares o populistas, por lo menos en el discurso.

El PRD, con el tiempo ganó representación y poder. Sumó a muchos priístas de la antigua escuela, esos ejemplares de caricatura y de largos colmillos retorcidos, buenos para la manipulación de elecciones y el fraude electoral. Pero mientras eso pasaba, el PRI siguió igual, haciendo uso de recursos públicos y del corporativismo político, hasta el fraude con el que le impidieron al hijo del general ganar la presidencia de la República en 1988. Fraude operado por Manuel Bartlett. Lo que se diga, sale sobrando.

Los priístas tecnócratas sepultaron al cardenismo. Sucedió así porque con los cambios del mundo, particularmente con la caída del muro de Berlín -1989- y el reajuste mundial de las fuerzas hegemónicas, Estados Unidos de América fue el ganador indiscutible. La izquierda tuvo que ajustarse a la nueva realidad ya que su  estructura ideológica se esfumó de la noche a la mañana.

Después de otro fraude, el del 2006, cometido por los impolutos panistas de doble moral, la carrera política del presidente  López Obrador cobra fuerza para convertirse en el político más carismático de México. López Obrador  y su discurso de reivindicación social y política, gana espacios y con habilidad crece en popularidad. Su frase: “por el bien de todos primero los pobres”, suma a todas las tribus socialistas que hasta entonces practicaban el canibalismo.

En el año 2000-2006 el foxismo, con la peor conducción política del País en este siglo,  tuvo el gran error, o mérito para muchos, de hacer a Andrés Manuel López Obrador, mediante el desafuero, el héroe social, el rey de los pobres, que logró a pesar de todo y después de 18 años, llegar al poder por medio del voto y de elecciones libres. De una gran popularidad y querido por el pueblo, López Obrador deja un gobierno a su sucesora en donde su sombra, permanecerá presente todavía por mucho tiempo en las decisiones más importantes que se tomen en el futuro.

Es improbable que López Obrador sea marxista. Se formó en el priismo duro y puro, de ahí muchos rasgos que se ven en su forma de hacer política. Su afinidad con la izquierda se debe más a su aversión al PAN y al PRI. Por cierto a este último con una gran habilidad y astucia, le quitó su base social integrada por obreros, campesinos y clases populares urbanas. Este enfoque le ha permitido conectar profundamente con amplios sectores de la población que se han sentido olvidados y marginados. Ahora, con la Dra. Sheinbaum, una izquierda más ilustrada será la que lleve las políticas públicas del País.

Continuará….

Por Carlos Román.

Por Editor

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