Existen democracias que formaron sus instituciones en el respeto a la ley y no como fruto podrido del subdesarrollo. Nuestra democracia se presenta como algo endeble, inacabado y sujeto siempre a los ataques del autoritarismo de sus gobernantes, a veces con una alta dosis de simulación y cinismo.
No hay norma que venga a remediar lo que siempre se deja a la interpretación o justificación de quienes violan la ley impunemente, como lo hemos visto en estos esquizofrénicos procesos electorales que vivimos. Alianzas impresentables, políticos sin una verdadera identidad que sólo responden a sus propios intereses.
Samuel García resultó ser un chivo en cristalería. Es un gran ejemplo del político mentiroso, frívolo y utilitario. Sus berrinches son reflejo de su incapacidad para gobernar. Al sentirse apoyado por el Presidente, su infantil conducta a puesto a Nuevo León en una crisis de gobernabilidad pocas veces vista. Si esa es la nueva política que ofrece, que con su pan se la coma. Por eso los mexicanos están hartos de los partidos políticos, sean chicos o grandes, nuevos o viejos. Todos son lo mismo.
También es muy grave que cada vez con más frecuencia, sea la Suprema Corte de Justicia de la Nación la que termine resolviendo los desfiguros y ausencia de capacidad de muchos políticos insaciables, impresentables y corruptos. Somos testigos de las aberraciones y de la bajísima capacidad de los actores políticos, como Samuel Garcia de Movimiento Ciudadano, que es uno de los dos gobernadores que ha tenido esta franquicia política, propiedad de Dante Delgado. Sin Jalisco y Nuevo León, MC no sería nada. Dos gobernadores es una cifra muy baja si se compara con los llamados partidos grandes. Pero el joven Samuel, no supo establecer condiciones de gobernabilidad en Nuevo León, ni siquiera pudo con éxito tramitar su licencia para su aventura presidencial. Con más entusiasmo que inteligencia y capacidad política, ha confirmado que él y su partido solo juegan el papel de esquiroles y del brabucón de barrio que Morena necesita para romper el voto de la clase media, que votará mayoritariamente en contra del oficialismo, como voto de castigo, que también es parte de la democracia. Pero su incapacidad le costó la campaña presidencial.
Las otras dos precandidatas regresan a lo suyo. Una, trabajando para construir un Maximato y la otra, cercada por los mismísimos diablos del infierno que han fracasado no una sino tres veces en las últimas tres elecciones. En la alianza del corazón, solo se percibe el interés de los dirigentes de los partidos que la integran, para seguir incrustados en el presupuesto y con la protección del fuero. Reclutando en su precampaña a los que han fracasado más de una vez, sin discurso y solo con palabrotas, Xóchitl se está haciendo chiquita. No entiendo la necedad de nombrar cartuchos tan quemados en su equipo. Así, la distancia que marcan las encuestas con Claudia Sheinbaum, seguirá igual o tal vez se haga más grande.
Hoy es un hecho que a la política llegaron las redes sociales con sus “influencers” y sus “personalidades”. Sus estrategias hacen innecesaria la palabra y el discurso. Samuel Garcia es una muestra del político sin otra meta que su interés personal que se aprovecha de todo, incluida su esposa que es la que tiene la popularidad. Así se ha visto en este curioso personaje, que demostró una ausencia de capacidad en todos sus actos y posturas.
Formalmente aun no empiezan las campañas y ya estamos viendo cómo van a terminar. Mal augurio se dejó ver en Monterrey el fin de semana: el tolete sustituye al diálogo y a la negociación. Todos los partidos viven hoy en el mayor descrédito posible.
Por Carlos Román.