Cualquiera de las corcholatas aseguraba el Maximato anunciado. Llegó Xóchitl Gálvez y cambió el ritmo. Ahora es posible tener una elección con un resultado no previsible. En 2024 está en juego no solo el rumbo sino el País entero. Si queremos la continuidad polarizante, la ineficiencia del gobierno como sello de la casa, la imparable inseguridad, el uso faccioso de las instituciones de procuración de justicia, la destrucción sistemática de la democracia mexicana y las mentiras interminables, ya sabemos que el camino es votar por Morena. Si queremos algo diferente y mejor, iniciemos la reparación de los daños, que no son pocos, derrotando al abstencionismo en julio próximo. Es la forma y el camino más seguro para todos.
Antes de Xóchitl, las corcholatas esperaban que la maquinaria morenista funcionara con la extraordinaria exactitud estratégica demostrada hasta entonces, debido a la gran experiencia del director de campaña, de partido y gran elector que es el Presidente. Esa desmedida ventaja volvió grises a las campañas del oficialismo. El ilegal gasto electoral del gobierno del que siempre se quejaron sigue ahí, demostrando que son iguales, no cambiaron nada. El acarreo, miles de espectaculares y bardas por doquier, falta total de ideas, discursos autistas, lo de siempre pero insípido.
Es obvio que la caballada de la 4T, nada mas no engordó. No podemos asegurar que veremos en la campaña presidencial a Xóchitl Gálvez por parte de la oposición, contra Claudia Sheinbaum como representante personal de López Obrador, pero si así fuera, la precandidata de Morena se ve frágil porque su discurso es prácticamente inexistente; habla generalidades que no emocionan a nadie, ni siquiera a sus cercanos. Claudia no provoca ni pasiones ni deseos. Es una copia mala y sin carisma de su creador.
Por innumerables razones los ciudadanos desconfiamos de los políticos. Nuestras fortalezas democráticas son pocas. Por ello, lo mejor sería que la sociedad diera al candidato de su elección, la fuerza suficiente de los votos para evitar quedar a merced de nuestros políticos iluminados.
La lucha por el poder no será limpia y civilizada. Ya sabemos que la corcholata que resulte ganadora tendrá en el Presidente a su director de campaña y operador político. Ya estamos viendo como la desesperación por el cambio de escenario que llegó con Xóchitl, está sacando la cara más autoritaria de este régimen, total, “No me vengan con que la ley es la ley”. Solo espero que no olvide las veces en que como candidato fue atacado y recordarle que en 2006, Vicente Fox le dio más votos que el PRD, pero al parecer no aprendió de esa experiencia y que bueno que así sea.
Si no le salen las cuentas a Morena, percibimos desde ahora que tendremos un próximo 3 de julio muy difícil, complicado. La historia política de López Obrador así lo confirma y también sus convicciones. Si desde la oposición colapsó Reforma, como presidente puede colapsar al País. Por el momento parece que la cómoda ventaja que existía se está perdiendo. Si así siguen las cosas, pronto nos encontraremos en un empate técnico y una elección tan cerrada nos puede llevar a cualquier escenario.
La ausencia de cultura política en nuestra vida democrática, hace que las contiendas electorales sean cada día más sucias y frívolas. Sin ideas no hay esperanza. En la esquina de los rudos están listos para usar la estrategia, las mañas y el lenguaje de los peleadores callejeros. Estamos ante una nueva versión del famoso “ya cállate chachalaca” que ojalá tenga el mismo efecto, hoy que la víctima es Xóchitl Gálvez, como se observa con el “cariño” que le han dado todos los días desde la mañanera. Aunque el INE lo ordene, no cesarán las menciones del presidente y eso le está haciendo bien a la posibilidad del cambio democrático en el País.
Muchos están felices por lo competitiva que está resultando Xóchitl, ¡que así siga!
Por Carlos Román.