Ni con todos los discursos, ni con todas las consignas se ha logrado ni remotamente la igualdad prometida. La izquierda está demostrando en los hechos su fracaso para quedar solo como una utopía que imaginó una romántica realidad para construir una sociedad en la que los pobres de México tendrían acceso a un verdadero estado de bienestar, que significa salud, educación, alimentación, trabajo y hasta esparcimiento. No se ha podido ni remotamente construir una sociedad lo suficientemente fuerte que evite la pobreza. Aún prevalece una brutal desigualdad que reproduce marginación y miseria, violencia y descomposición social.
Insisto, el estado de bienestar es una aspiración que solo podría darse en una sociedad que tenga respeto por la ley, que garantice la seguridad de la inversión y que evite los abusos propios de un País plagado de impunidad y corrupción a tope. Pero sobre todo, que implemente un esquema fiscal en el que la carga sea de todos y en particular de los que más ganan.
En México vivimos en el mundo de las utopías y buenos deseos que solo anuncian que ahora, con este gobierno, el que sea, los cambios prometidos se harán realidad, pero esos cambios nunca llegan, porque no se puede cambiar la realidad con discursos. Solo en la medida que el estado recaude más e invierta en proyectos realmente para el bienestar, podrá verse algo diferente, de lo contrario, como ha sido siempre, cada gobierno que termina será el causante de los desastres nacionales
Es claro que sin el respeto a la ley que incluye a los tratados internacionales, podemos hacernos acreedores a sanciones económicas muy fuertes, que incluso pongan en riesgo la relación con nuestros vecinos, que son, les guste o no, la zona económica más poderosa del mundo. Romper lanzas con ellos nos colocaría en el umbral de una crisis económica sistémica de pronóstico reservado, en la que sus consecuencias afectarían a todo el País, no solo a las empresas o al empleo, sino a toda la política, porque a fin de cuentas ésta es economía concentrada.
En verdad desconozco como terminará el proceso de consulta que iniciaron los Estados Unidos de América y Canadá en contra de la política energética de México. En el caso de llegar a imponer aranceles a las exportaciones mexicanas, habremos perdido no solo el esfuerzo de generaciones que en la libertad de comercio vieron la enorme oportunidad de generar riqueza con el trabajo y la inversión para construir ese estado prometido de bienestar, deficitario siempre por la corrupción o por la improvisación. El gobierno es aquí y en todos lados un pésimo empresario. El costo de su ineficiencia siempre se paga caro. El precio de entrada es la cancelación de inversiones para la economía mexicana que tanto las necesita.
Transitorio.- Ricardo Monreal es el primero aspirante a una candidatura presidencial en hacer público su proyecto de Nación, que no va exactamente alineado al rumbo del actual gobierno. Fija el rumbo a los demás aspirantes, para que la competencia electoral no solo sea un concurso de declamación de culto a la personalidad y odas al presidente. Veamos que hace la oposición que no la tiene nada fácil.
Por Carlos Román